sábado, octubre 18, 2025
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Tarjeta Joven: estrategia desesperada 

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El AUTOR es abogado y político. Reside en Santo Domingo.

El reciente anuncio del Gobierno de lanzar una tarjeta joven con un monto de $2,500 pesos para 10,000 jóvenes de “escasos recursos”, no es más que una nueva muestra del populismo y clientelismo que han caracterizado su accionar durante cinco años de gestión.

Esta medida, presentada como una iniciativa de apoyo a la juventud, en realidad refleja la irracionalidad en el gasto público, la improvisación de las políticas sociales y el uso politiquero de los recursos del Estado.

Es inconcebible que, en un país donde la juventud enfrenta altos niveles de desempleo, precariedad laboral, dificultades para acceder a la educación superior y un costo de vida asfixiante, la respuesta del Gobierno sea entregar $2,500 pesos en una tarjeta a un segmento reducido del universo joven que se genera otras expectativas.

Esa no constituye una política pública, es un parche momentáneo, una dádiva simbólica que busca generar simpatías en los sectores más vulnerables justo en momentos en que la popularidad del oficialismo ha comenzado a descender.

Mientras el país enfrenta graves desafíos en materia de empleo, educación, seguridad y alto costo de la vida, el Gobierno prefiere seguir apostando al asistencialismo coyuntural y al clientelismo electoral.

En lugar de impulsar programas sostenibles que fomenten la capacitación, el emprendimiento y la inserción laboral de los jóvenes, se recurre a la vieja fórmula del bono y la tarjeta, cuya efectividad social es mínima, pero cuyo impacto propagandístico resulta inmediato.

Una acción de carácter claramente electoral, que busca revertir la caída en las encuestas y maquillar con asistencialismo el creciente descontento ciudadano frente a una gestión que ha perdido rumbo y credibilidad.

No hay que ser experto para entender que $2,500 pesos no sacan a nadie de la pobreza, ni representan una solución estructural a los problemas de la juventud dominicana.

Sin embargo, en un contexto donde las encuestas recientes han reflejado un descenso en los niveles de apoyo al oficialismo, medidas de este tipo buscan más generar titulares favorables que resultados reales. Siguen botando el dinero del pueblo solo para tratar de recuperar puntos perdidos en el electorado.

Ningún joven sale de la pobreza con $2,500 pesos

Esa tarjeta no cambia vidas, no crea empleos, no brinda oportunidades ni abre puertas. Es una limosna temporal presentada como logro social, un intento de transformar la propaganda en política pública.

Mientras tanto, los hospitales siguen en crisis, las universidades públicas saturadas, y miles de jóvenes siguen emigrando por falta de oportunidades. Esa es la verdadera realidad del país.

Sin embargo, el Gobierno prefiere destinar millones de pesos a iniciativas propagandísticas que solo buscan generar titulares y generar simpatías en una población incauta.

Es evidente que el Gobierno presenta mayor interés en promocionarse que en la formulación y ejecución de políticas públicas efectivas destinadas a mejorar la calidad de vida de los dominicanos.

Cada anuncio, cada programa y cada “iniciativa social” parecen más una operación de marketing electoral que una respuesta seria a los problemas que enfrenta el país.

En lugar de invertir en educación técnica, innovación, becas y primer empleo, como se hacía en los gobiernos anteriores, prefiere multiplicar los bonos, las tarjetas y los subsidios que solo generan dependencia y perpetúan la pobreza.

Este tipo de medidas son el reflejo de una administración que confunde el Estado con su comité de campaña, y que utiliza los recursos públicos como si fueran propios, sin rendición de cuentas ni sensibilidad ante las verdaderas necesidades de la gente.

La juventud dominicana no necesita limosnas, necesita futuro. Necesita oportunidades reales para formarse, trabajar y progresar con dignidad. Lo que el país espera son políticas públicas serias, sostenibles y transparentes, no medidas improvisadas cada vez que los números del Gobierno caen en las mediciones.

El gobierno, más bien, debe impulsar programas que abran oportunidades reales, no que sirvan de vitrina para la propaganda oficial. La juventud dominicana no pide, ni merece, limosnas; exige oportunidades para estudiar, trabajar y progresar con dignidad.

jpm-am

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