jueves, octubre 23, 2025
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Criminalidad para desalmados

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El autor es abogado. Reside en Santo Domingo

Asesinatos, atentados, homicidios, arreglo de cuentas, tiroteos, muertes en serie, etc. Todas esas palabras asustan, y paradójicamente, fascinan, intrigan, llaman a curiosidad.

Bastan, para convertirse a sí mismo, constatar los éxitos de audiencia de las series policíacas o de los films retrocediendo la historia de un matador, desde pandillas, la epopeya de unas pocas fuerzas policiales eficaces en la lucha contra el crimen.

O imaginen un periódico sin su columna de «hechos cotidianos».

De  Al Capone  a Dillinger,  pasando por  Landru, la banda á Bonnot,  y otros criminales probados, sin olvidar aquellos encargados de combatirlos: el crimen (terrorismo al convertirse en una de sus ramas) es, desde siglos, un objeto de estudio y de interrogación, cuyos efectos han sido multiplicado por el desarrollo de los medios de comunicación.

El crimen se exhibe cotidiano en la portada de los periódicos. No pasa un día sin que los criminales y sus actos sean conocidos por la opinión pública. Lo mismo ocurre con las instituciones encargadas de proteger a los ciudadanos. Los debates sobre el rol de la justicia, la función de la prisión, las misiones y los modos de intervención de las fuerzas de seguridad están igualmente en el corazón de las preocupaciones públicas.

La criminalidad no es homogénea. Ella es diversa. Todos los actos criminales no presentan las mismas características. Existen actos que atentan a la vida o a las costumbres y otros que dependen más de la habilidad o de la astucia. Algunas infracciones suscitan una fuerte reprobación de la sociedad mientras que otros, como el fraude o la falsificación, hacen más bien el objeto de una cierta indulgencia.

Paralelamente, algunos criminales actúan solos y otros en grupos. El paso a la acción es premeditado o intervienen bajo el peso de una pulsión. El autor puede no cometer sino un solo acto con muy poco riesgo de reincidencia mientras que para otros el crimen es una actividad normal, regular, una verdadera profesión. La criminalidad puede ser de comportamiento o de ganancia.

El crimen organizado. El crimen organizado coexiste con la violencia doméstica. Sin mencionar que, a lo largo de los siglos, el crimen evoluciona, los métodos de operación cambian, aparecen nuevos objetivos, etc. En resumen, contrariamente a lo que a veces nos hacen creer los medios de comunicación o los políticos, el crimen es extremadamente complejo.

Y, a menudo, lo que nos parece nuevo simplemente se ha olvidado. Por ello, comprender la delincuencia y a los delincuentes, así como conocer los mecanismos que contribuyen a prevenirla o combatirla, es fundamental. Porque si bien todo acto de la naturaleza humana conlleva su dosis de oscuridad y, por lo tanto, de misterio, el análisis de la delincuencia es una necesidad para las autoridades públicas, responsables de garantizar la seguridad de los ciudadanos y, por ende, su libertad para vivir en completa paz.

En un mundo donde los individuos esperan cada vez más del estado y aceptan cada vez menos el riesgo y la parte de incertidumbre de una visión en comunidad, el conocimiento del delito es una cuestión importante.

Comprender los mecanismos del crimen, tratar de entender las razones para cometer delitos, percibir mejor las funciones y habilidades de las instituciones represivas, estudiar los métodos de operación pero también los desarrollos criminales, intentar penetrar en las mentes de los criminales, estas son las razones de la existencia de la criminología.

La criminología no busca  adornar el crimen.  Del mismo modo, no pretende erigirse como una ciencia única al servicio del Estado. Ella persigue un único objetivo: comprender mejor el delito como hecho social para, sí es posible, prevenirlo mejor, pero también reprimir con discernimiento y justicia. Los criminólogos no juzgan (pero pueden ilustrar). Buscan comprender (sin excusar).

Entre nosotros, la criminología no tenía espacio en la universidad hasta hace muy poco… como la ciencia política, la economía o el medio ambiente ayer, como las ciencias y tecnologías modernas antes de la creación de los institutos. La criminología existe por todas partes ahora.

En Bélgica, en Canadá, en Gran Bretaña, en Estados Unidos, en Rusia o en Japón, en China o en Marruecos. Francia, que fue con Italia una de las naciones más comprometida en los estudios criminológicos, dispone en fin, de una disciplina susceptible de aclarar la opinión pública y los responsables de la toma de decisiones sobre la naturaleza y complejidad del delito.

Estudiar el crimen, es también interesarse a ciertos aspectos de las nuevas evoluciones criminales: del crimen organizado a las violencias o de la cibercriminalidad al terrorismo. Es igualmente conocer el funcionamiento de ciertas instituciones o policías públicas.

Frente a la inmensidad de los puntos de vista y de las aproximaciones sobre las cuestiones criminológicas hemos elegido tomar en consideración las vecindades sanas a priori ni prejuicio.

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