El mejor negocio que se ha creado es el de la banca, porque su capital pertenece a los ahorristas. Sin embargo, con ese dinero las entidades financieras intervienen, mediante inversiones, en otras áreas del comercio y logran evolucionar y extenderse.
Si hay buena administración alcanzan un enorme capital propio, mientras el valor del efectivo guardado por la gente se desvaloriza por el alza regular del dólar y la inflación de bienes y servicios que se registra cada año. Los pequeños intereses pasivos generados por el caudal colocado en las entidades financieras nunca serían una retribución proporcional.
Le corresponde a la Superintendencia de Bancos, basada en la Ley 183-02, regular y supervisar al sistema bancario de la República Dominicana, para que todas las entidades se sometan a un conjunto de normas y hagan un uso transparente de los recursos que administran. Esta institución, en lo que se conoce como Administración Monetaria y Financiera, trabaja de la mano del Banco Central y la Junta Monetaria.
Nada hace más daño a la economía de un país que la quiebra de un banco, porque inclusive, sin pretenderlo, daña la fiabilidad, el crédito y la imagen de los demás bancos. La fortaleza de la banca descansa en la percepción que tenga la población en torno a su solvencia y seriedad.
Por lo menos que las autoridades de la Administración Monetaria y Financiera obliguen a los dueños de los bancos a actuar con seriedad, aunque en el fondo no sean honestas. “La honestidad es incompatible con amasar una fortuna,” dijo Mahatma Gandhi.

La quiebra del Banínter provocó una enorme recesión económica a partir del 2003, afectando de paso a otras entidades financieras. El daño no fue mayor por la actitud responsable que asumió el gobierno de turno, porque contrariamente miles de dominicanos hubieran perdido ahorro de toda la vida y muchos caerían en depresión y hasta en posibles suicidios.
Reciente
De manera más reciente quebraron el Banco de Ahorro y Crédito Micro, en 2013, el Banco Peravia de Ahorro y Crédito, en 2014, y Bancamérica en 2022.
Los bancos quiebran, conforme a los expertos, por razones que van desde inestabilidad macroeconómica, supervisión deficiente, malas estrategias, debilidad administrativa, sistemas inadecuados de control, fallas operacionales y fraudes.
Para prevenir esas causas le corresponde a la Superintendencia de Bancos endurecer sus políticas de regulación y supervisión, sancionando con las medidas correspondientes a las entidades que cometan faltas.
Indistintamente del motivo de quiebra de un banco, todo aquel que sea hallado responsable debía ser condenado por los tribunales de la justicia dominicana, con penas ejemplares. Y cuando la causa sea el fraude la pena debía ser igual o mayor que la que se les dicta a los que cometen homicidio.
En países con fuerte sistema judicial se emite sentencia de pena de muerte al responsable de la quiebra de un banco comercial, máxime si el móvil está en la engañifa y fraudulencia.
¿Cómo es posible que la persona que cometió la mayor quiebra bancaria fraudulenta de la historia de la República Dominicana solo haya durado cinco años presa?
Ese tipo de experiencia solo estimula a más quiebras fraudulentas, por la ausencia de un riguroso régimen de consecuencia. El que quiebra un banco no debía durar menos de 20 años en la cárcel. Y si el motivo es el fraude habría que pensar en 40.
Sería aconsejable actualizar ciertas leyes y legislar sobre la materia para endurecer las penas contra aquellos que de forma deliberada defraudan al sistema bancario y a la población dominicana en sentido general.
jpm-am
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