La retroalimentación de la información titulada “Libros de periodista dominicano son acogidos en universidades de EE.UU., Europa y Asia” ha revelado que una elevada proporción de estudiantes, profesores, funcionarios públicos, empresarios y personas comunes padece de Dislexia (dificultad para leer y escribir) y Déficit de Atención, sin saber de esa distorsión dicotómica. “¡Los pusiste en circulación en Estados Unidos primero que en República Dominicana!”, “¿Cómo lo hiciste llegar a esos centros académicos?”, “¿Cuánto cobraste por los contratos para suministrar esos libros”?” y “¿Fueron llevados a otros países, pero no a las bibliotecas dominicanas?”.
Las interrogantes precedentes confiesan que los interlocutores procesaron superficialmente el texto en su cerebro, y que no lo comprendieron, ya sea por el apresuramiento en la revisión -petardo de la escasez de hábito-, por ruido semántico (malentendido entre el emisor y el receptor), por inconvenientes abstractos para decodificar las palabras y frases o por discapacidad neurológica para captar los mensajes adecuadamente.
¿Qué decía el primer párrafo de la información difundida el 29 de octubre de 2025: “NUEVA YORK.- Libros sobre comunicación, Barahona, biografía, literatura, superación y trágicos, publicados por el periodista y escritor dominicano Oscar López Reyes, han sido colocados en anaqueles y catalogados en bibliotecas de las principales universidades de Estados Unidos, así como de Canadá, Alemania, Londres y Taiwán, que los han adquirido por cuenta propia para ponerlos a disposición de sus estudiantes, profesores e investigadores”.
Y los párrafos sucesivos explican que “Libros del profesor López Reyes, que suman 23, han sido colocados en bibliotecas de las universidades norteamericanas Harvard, Yale, Columbia, Princeton, City College de la Ciudad de Nueva York (Cuny), Cambridge, Michigan State, Illinois, Carolina, Brighman Young Provo, Arizona, California, Florida, Chicago, Massachusetts Amherst, Texas, Connectitucut, Motre Dame du Lac, Georgia, Georgetown, Pittsburgh, Cornell, Duke, Wisconsin, Madison, Kansas, Tulane y Puerto Rico.

“También, por el Grupo de la Universidad de Toronto (Canadá), la Universidad de Londres, el Instituto Ibero-Americano de Patrimonio Cultural Prusiana de Berlín (Alemania) y la Universidad Wenzao Ursuline de Idiomas (Taiwán), así como por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, la más grande del mundo con sede en Washington, y Biblioteca Pública de Nueva York, situada en la Quinta avenida con calle 42, otra de la más nutrida del planeta.
“Las obras físicas del expresidente del Colegio Dominicano de Periodistas (CDP) y la Asociación Dominicana de Escuelas de Comunicación Social (AdecomRD) fueron adquiridas por las bibliotecas universitarias en Ferias de Libros y en librerías de República Dominicana, y el levantamiento bibliográfico citado fue hecho por el Instituto de Estudios Dominicanos de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (Cuny).
“Los textos colocados en las bibliotecas de los centros de estudios universitarios citados son Poblada y Matanza (1984): tres días de protestas y otros relatos; Crímenes contra la Prensa: Atentados y Censuras en República Dominicana 1844-2007; Casandra Damirón: Vida y Canto, y No Estaba en el Avión: Crónica sobre la Caída del Vuelo 587.
“Igualmente, Biobibliografía de la Comunicación: Inventarios de Investigaciones Dominicanas 1888-2006; El Otro Periodismo, el de Provincias; Historia del Desarrollo de Barahona; Narración e Interpretación; Historia de los Medios de Comunicación Social de Barahona y Tesoros de Barahona: Educación, Religión y Deporte, que representan un compromiso con la promoción del conocimiento y la cultura dominicana”.
Las respuestas a las preguntas están insertadas en el tercer párrafo de la nota informativa: “Los libros fueron adquiridos por cuenta propia”, y en el sexto párrafo: “Fueron adquiridas por las bibliotecas universitarias en Ferias de Libros y en librerías de República Dominicana, y el levantamiento bibliográfico citado fue hecho por el Instituto de Estudios Dominicanos de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (Cuny)”. Si están mencionados los nombres de los libros desde la década de 1980, entonces, ¿cuáles contratos?, y ¿dónde se refiere a puesta en circulación?
Intermitentemente, personas de todos los estratos sociales leen contenidos en la prensa escrita (periódicos y revistas), en libros y en internet, e interpretan torcidamente temáticas, unidades lingüísticas y tramas. En otras palabras, son alterados por numerosas barreras en la lecto-escritura.
En la menguada concentración de esa exégesis inciden la Dislexia o perturbación del aprendizaje, y el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Las investigaciones atribuyen esas falencias al insignificante tiempo dedicado a la recitación fonológica y fonética, a la pereza/desgano, a los estímulos insuficientes, a la entretención con la tecnología, al exiguo gusto por la lectura heredada de la infancia, a los impedimentos ambientales y al pobre desarrollo personal y profesional.
La Dislexia y el Déficit por Atención son facturados por la escasez en el vocabulario y en los conocimientos que, a su vez, se reproducen en un montón de privaciones ortográficas, inhabilidades comunicativas y pocas oportunidades laborales y socio-comunitarias.
Sobrehilando en la Bibliofobia (ansiedad ante los libros y el movimiento de páginas), y sin lectura comprensiva, la inteligencia natural pulula en un espacio terrestre inútil, como la Antártida Tierra de Marie Byrd. Sin la comprensión lectora en el mutilado lenguaje de la brevedad, la mente se embota, más con el deletreo lingüístico que engendra Alzheimer. Y, en esa huida de búsqueda del significado de palabras y conceptos desconocidos, puntea el déficit de memoria, que ahuyenta la retención de saberes, el pensamiento crítico, la imaginación y la creatividad.
Para usted diagnosticar con precisión si padece o no de Dislexia, urge de la evaluación de un neuropsicólogo o psicopedagogo. Pero, como no tenemos los profesionales requeridos en esa disciplina científica para efectuar tantas pruebas cognitivas, puede ahorrarse recursos financieros con un autoanálisis concienzudo, salvo que sospeche o verifique un trastorno de coordinación motora o psíquica.
jpm-am
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