La administración del entonces presidente Donald Trump ha intensificado la presión militar contra el gobierno de Nicolás Maduro, con una demostración de fuerza aérea que ha encendido las alarmas en la región. Dos bombarderos B-52 Stratofortress partieron desde Luisiana y volaron durante varias horas sobre el Caribe, frente a las costas de Venezuela, en espacio aéreo internacional. Fuentes del Pentágono aseguraron que se trató de una “muestra de poder militar”, mientras unidades de operaciones especiales del Ejército estadounidense realizaban vuelos tácticos en el mar Caribe sur, muy cerca del territorio venezolano, según informa el periódico The New York Times.
El despliegue forma parte de una estrategia más amplia de presión política, económica y militar para forzar la salida de Maduro, cuyo gobierno es acusado de violaciones a los derechos humanos y vínculos con el narcotráfico. Desde 2019, Washington ha impuesto sanciones económicas y petroleras a Caracas, además de reconocer a Juan Guaidó como presidente interino. Analistas aseguran que estas maniobras buscan también contrarrestar la creciente influencia de Rusia, Irán y China en la región, aliados estratégicos del régimen chavista.
El gobierno de Venezuela calificó las operaciones estadounidenses como una “provocación imperialista” y denunció la violación de su soberanía ante organismos internacionales. En contraste, países como Colombia y Brasil respaldaron la medida norteamericana, mientras la OEA y la ONU pidieron moderación y diálogo. Con la presencia de bombarderos estratégicos en el Caribe, Estados Unidos envía un mensaje claro: la permanencia de Nicolás Maduro en el poder continúa siendo inaceptable para Washington y sus aliados democráticos del hemisferio.
