
Por: Sofía Hernández
El deporte une, emociona y despierta pasiones. Millones de personas alrededor del mundo vibran con cada gol, canasta o carrera, entregando su energía y emociones a sus equipos favoritos, sin embargo, detrás del entusiasmo de los fanáticos, también se esconden efectos que pueden impactar su salud física y mental.
Ser fanático deportivo puede resultar altamente beneficioso, la emoción compartida, el sentido de pertenencia y la convivencia con otros seguidores fortalecen la salud emocional y social, muchos aficionados encuentran en el deporte una forma de liberar el estrés diario, mejorar su ánimo e incluso motivarse a mantenerse activos físicamente.
Pero cuando la pasión se convierte en obsesión, los efectos pueden ser todo lo contrario, diversos estudios han demostrado que durante los partidos decisivos, los fanáticos experimentan incrementos en la presión arterial y el ritmo cardíaco, el estrés, la ansiedad y el mal humor tras una derrota también son comunes. Incluso, en algunos casos, los aficionados pueden llegar a desarrollar comportamientos agresivos o depresivos.
El consumo excesivo de alcohol o comida chatarra durante los encuentros deportivos también representa un riesgo adicional para la salud, por eso, los expertos recomiendan mantener un equilibrio entre la pasión y el bienestar personal.
Disfrutar del deporte es saludable cuando se vive con moderación, la clave está en apoyar con entusiasmo, compartir la alegría del juego y aceptar que, en el deporte, ganar o perder forma parte de la experiencia.
Al final, ser fanático es una forma de expresar identidad y emoción, pero lo más importante es que esa pasión sume bienestar y no desgaste, porque en el gran juego de la vida, el verdadero triunfo está en mantener cuerpo y mente en armonía.




