lunes, noviembre 3, 2025
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Europa geriátrica y vacía

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El autor reside en Nueva York

La Unión Europea enfrenta un desafío existencial que trasciende lo económico: el envejecimiento de su población y la caída sostenida de la natalidad. Actualmente, la tasa media de fertilidad europea ronda los 1.5 hijos por mujer, muy por debajo del nivel de reemplazo generacional (2.1). Esto amenaza la sostenibilidad del sistema de pensiones y del modelo social europeo, considerado durante décadas como uno de los más avanzados del mundo.

Durante los años 2004 y 2007, la UE emprendió su mayor expansión hacia el este, incorporando países como Polonia, Hungría, República Checa y los Estados bálticos. En aquel momento, se celebró con mucho alborozo la llegada de millones de nuevos trabajadores con muy bajos salarios y potenciales consumidores procedentes del antiguo bloque soviético. Sin embargo, esa expansión no contempló las asimetrías demográficas y económicas que, dos décadas después, se han hecho evidentes.

Las economías de Europa oriental han perdido millones de jóvenes que emigraron hacia el oeste en busca de mejores salarios y servicios sociales. Países como Bulgaria, Rumanía o Letonia han visto reducir su población activa entre un 15 % y un 25 % desde su ingreso a la UE. Esta fuga de talento ha dejado tras de sí regiones despobladas y envejecidas, con pueblos enteros abandonados o convertidos en enclaves de jubilados.

Algunos paises en esta situación han decidido incentivar familias    para que habiten esas residencias gratuitamente o por muy bajo costo.   Pero se han encontrado con   la situación de que, en vez de atraer familias jóvenes,  la mayoría de los aplicantes son adultos mayores retirados de otros paises que se aprovechan de la oferta, pues su principal gasto es precisamente la vivienda.

En Europa occidental, por otro lado, el fenómeno se traduce en una carga creciente sobre los sistemas de seguridad social. Alemania, Francia, Italia y España destinan cada vez más recursos a sostener un número creciente de pensionistas con una base laboral en contracción. En Alemania, por ejemplo, se estima que para 2035 un tercio de su población superará los 60 años, mientras que el número de trabajadores jóvenes disminuirá drásticamente.

El envejecimiento demográfico también impacta la productividad y la innovación.

Menos jóvenes significa menos emprendedores, menos consumo y menor dinamismo económico. Esto se refleja en la desaceleración del crecimiento europeo, que ha pasado de promediar el 2.5 % anual en los años 90 a apenas 1.1 % en la última década. A su vez, los costos sanitarios se disparan: en países como Italia y Grecia, el gasto en salud supera ya el 9 % del PIB.

Migracion y juventud

A la par, el continente se enfrenta a un dilema migratorio. Por un lado, necesita mano de obra joven para sostener sus economías; por otro, los flujos migratorios desde África,  Medio Oriente y América Latina, han generado tensiones políticas y culturales que alimentan el auge de movimientos populistas y antiinmigración. Este conflicto interno impide una política común y coherente que equilibre las necesidades laborales con la estabilidad social.

La llamada “Europa geriátrica” comienza a ser una realidad. En 2024, la edad media de los ciudadanos europeos alcanzó los 44,5 años, mientras que en África es de apenas 19 y en América Latina, 31. Esta brecha demográfica redefine el equilibrio global, otorgando ventajas competitivas a regiones más jóvenes y dinámicas en términos de mercado y producción.

Aun  así, el partido Vox  lanza una propuesta para que España deporte 8 millones de inmigrantes y a sus hijos. El contraste con esta propuesta es que varios países europeos incluyendo a España han tenido que aumentar la edad de retiro de sus trabajadores porque las contribuciones de su fuerza laboral activa no son suficientes para  mantener el sistema económicamente solido como hasta ahora.

La alternativa era flexibilizar la inmigración, con el fin de atraer trabajadores y familias jóvenes,    Pero con posiciones tan extremas, como las de VOX es imposible.       Xenófobos y racistas sugieren reemplazarla fuerza laboral que ha envejecido con inteligencia artificial y robótica ,

Solo que pierden de vista que no es un problema de producción si no un conflicto meramente social.     Los robots no cotizan y los dueños de estos aparatos no son  entidades de beneficencia sino capitalistas que lo único que les interesa es aumentar sus ganancias.

La despoblación rural se suma como otro factor crítico. Miles de pueblos en España, Italia y Europa del Este se encuentran prácticamente vacíos. En Castilla y León, por ejemplo, más del 60 % de los municipios tiene menos de 1.000 habitantes. Esta pérdida de densidad poblacional afecta la cohesión territorial y encarece la prestación de servicios públicos esenciales.   Y provoca un aumento en los precios de los productos del agro. Encareciendo la canasta familiar.

Expertos del Eurostat y del FMI advierten que, si no se corrige esta tendencia, la población total de la UE podría disminuir de los actuales 448 millones a menos de 400 millones para 2070. En paralelo, el número de personas mayores de 65 años superará el 30 % del total, lo que pondrá a prueba la sostenibilidad del modelo social europeo.

Europa enfrenta así una paradoja: una región rica, avanzada y tecnológicamente desarrollada, pero envejecida y vacía. El reto no es solo económico, sino civilizatorio. De su capacidad para repoblar, integrar y reinventar su modelo dependerá el futuro del continente y su peso en el mundo globalizado del siglo XXI.

Contrario a lo que propone VOX, no nos debe extrañar, que, en un futuro no muy lejano veamos modernas carabelas haciendo el recorrido inverso a las de Cristóbal Colon.  O sea, del Caribe hacia la península iberica.  Se imaginan un par de espanoles libando un tempranilllo de la rivera del Duero y disfrutando de unas tapas de tortas de maíz rellena de quinoa y hablando castellano con acento quechua, mientras, en el salón contiguo, un grupito de alegres jóvenes ibericos disfrutan bailando merengue, bachata y salsa. !     Este escenario es mucho mejor que ver un orgullloso anciano europeo, famélico, enfermo y sin ninguna esperanza   sentado en una Choza vacia, sin familia.   Solo esperando la muerte.

Como van las cosas, no nos extrañaría la aparición de navegantes antillanos aztecas,  incas o mapuches, descubriendo a Europa convirtiéndola en un territorio   panafricolatino.   Es lo mejor que le puede suceder al viejo continente.   Que nunca, como ahora, tuvo mejor nombre.

CarlosMcCoyGuzman@gmail.com

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