El apagón nacional ocurrido recientemente ha colocado bajo escrutinio la fragilidad de nuestro sistema eléctrico y lo más preocupante es que se intente explicarlo, una vez más, como el resultado de un “error humano puntual”.
Dicho así, suena convincente, incluso inevitable, pero cuando se analiza la arquitectura técnica y procedimental de un sistema eléctrico moderno, esa explicación resulta insuficiente, reduccionista y técnicamente incongruente.
En el mundo de la ingeniería eléctrica, un error humano rara vez es la causa raíz de un apagón masivo.
Un sistema correctamente mantenido, auditado y protegido cuenta con dispositivos automáticos capaces de contener y aislar cualquier acción incorrecta antes de que se convierta en un colapso general.
Si un solo gesto puede producir la caída de la red nacional, entonces el problema no es la persona, es el sistema que debía prevenirlo.
Toda infraestructura crítica debe operar bajo registros escritos, trazables y verificables como bitácoras de operación, historiales de fallas, pruebas de protecciones, auditorías técnicas, informes de mantenimiento y registros del Sistema de Supervisión, Control y Adquisición de Datos
Estas herramientas sirven para organizar la operación diaria y son la garantía de que las decisiones técnicas se toman con base en evidencia, no en improvisación ni en intuición.
Por eso, cuando se culpa a un supuesto “error humano” sin presentar la documentación que respalde el relato, surge un cuestionamiento legítimo
sobre los registros que demuestran que el sistema estaba en condición óptima, que las protecciones funcionaban y que los procedimientos se cumplieron tal como exigen los estándares.
Si las bitácoras muestran mantenimientos diferidos, alarmas recurrentes, protecciones descalibradas o auditorías no realizadas, entonces no estamos ante un error humano, sino ante una falla institucional.
Y si no se muestra documentación, el problema es aún más grave debido a que se convierte en una falla de transparencia.
Inmediatamente ocurrió el evento, el gobierno debió ordenar
una investigación técnica independiente, con participación del Colegio Dominicano de Ingenieros, Arquitectos y Agrimensores (CODIA), universidades y especialistas en protecciones eléctricas.
La ciudadanía merece algo más que una explicación apresurada y debe saber si el sistema eléctrico dominicano está documentado, mantenido y protegido conforme a las normas.
El apagón del pasado día 11 del presente mes no debe quedar registrado como un incidente anecdótico, sino como una advertencia.
Porque allí donde falta documentación, sobra negligencia y donde se responsabiliza a una persona sin evidencia, se oculta una falla estructural.
Es momento de mirar más allá del presunto error humano y de tomar en consideración que
el verdadero desafío es fortalecer el sistema para que ningún error, humano o técnico, vuelva a dejar al país a oscuras.
JPM
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