lunes, noviembre 17, 2025
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Las rachas negativas del gobierno (OPINION)

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EL AUTOR es periodista. Reside en Santo Domingo.

Luis Abinader llegó a la Presidencia con la bandera de la renovación y la eficiencia, prometiendo un gobierno transparente y cercano a la gente. Sus primeros años, marcados por un crecimiento económico que parecía sólido y una imagen limpia frente a la corrupción, le dieron un respaldo importante.

Pero tras esa fachada de estabilidad se esconden rachas negativas que amenazan con socavar su capital político y la efectividad de su gestión.

Estas rachas —escándalos de corrupción, inflación persistente, deficiencias en servicios básicos y un manejo controversial de la migración— no son simples tropiezos; funcionan como frenos invisibles que condicionan cada decisión del ejecutivo.

Cada crisis obliga al gobierno a reaccionar, desviando atención y recursos de proyectos de largo plazo hacia emergencias que podrían haberse prevenido. Así, las reformas estructurales, desde la educación hasta la seguridad, avanzan a paso lento mientras los problemas cotidianos se acumulan.

El impacto más visible es la erosión de confianza ciudadana. La población percibe que, pese al discurso anticorrupción, las instituciones siguen vulnerables y que las decisiones se concentran en un círculo reducido de poder.

Esta percepción no solo desgasta la imagen presidencial, sino que dificulta la implementación de políticas que requieren consenso social y político. Cada denuncia o escándalo se convierte en un recordatorio de que la narrativa de transparencia no siempre se traduce en hechos.

La agenda económica y social también se ve afectada

La inflación y el costo de vida elevado generan malestar y presionan al gobierno a medidas paliativas que, a veces, aumentan la deuda sin resolver los problemas estructurales.

El crecimiento económico, por sí solo, no logra llegar al bolsillo del ciudadano promedio. Las rachas negativas amplifican la sensación de desigualdad y de desconexión entre gobierno y ciudadanía.

En el plano internacional, estas crisis repercuten en la credibilidad del país. La gestión de la migración y los cuestionamientos por corrupción afectan la percepción de estabilidad institucional, un factor clave para inversionistas y organismos multilaterales. Cada racha negativa envía señales de alerta que pueden encarecer o limitar la llegada de capital extranjero.

Para Abinader, el desafío es doble: consolidar los logros visibles y al mismo tiempo mitigar los efectos de estas rachas negativas. La alternativa es que su gobierno se transforme en un ejemplo de promesas incumplidas, donde la narrativa de éxito se vea constantemente erosionada por problemas que no logra resolver.

En política, como en la vida, las rachas negativas definen más que los éxitos aislados: condicionan la capacidad de gobernar y determinan si la historia recordará al gobierno por sus logros o por sus fracasos.

jpm-am

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