martes, noviembre 18, 2025
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Manzanillo: la inflación inmobiliaria se dispara 

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El autor reside en Santo Domingo

POR FRANK VALENZUELA

Manzanillo vive una crisis habitacional sin precedentes. La llegada de los consorcios energéticos ha disparado los precios del alquiler en más de un 329 % en los últimos tres años, mientras el Plan Maestro permanece dormido e incumplido.

Familias locales son desplazadas por una burbuja inmobiliaria que convierte el desarrollo energético en una nueva forma de desigualdad y desarraigo social.

El Centro Bahía de Manzanillo para el Desarrollo Regional (CEBAMDER) presenta esta investigación tras constatar un incremento alarmante del 329 por ciento  en el costo de alquiler de viviendas en el municipio de Pepillo Salcedo en los últimos tres años.

El fenómeno se originó con la llegada masiva de trabajadores extranjeros y de otras provincias contratados por los consorcios energéticos. Sin la infraestructura habitacional prevista, el mercado local colapsó.

Las promesas del Plan Maestro de construir 2,000 viviendas temporales se esfumaron, dejando al municipio Pepillo Salcedo atrapado en una burbuja especulativa que pone en riesgo su estabilidad social.

Según el estudio, las causas principales de esta crisis son el incumplimiento del Plan Maestro, la falta de control estatal y la conducta irresponsable de los consorcios energéticos.

Las consecuencias son graves: desplazamiento de familias locales, hacinamiento, aumento del costo de vida y fractura comunitaria. Manzanillo, que debía ser un modelo de desarrollo energético sostenible, se ha convertido en un símbolo de exclusión social donde la energía se multiplica, pero los hogares desaparecen.

1. Choque de demanda e inflación inmobiliaria sin precedentes

La llegada de los consorcios energéticos introdujo un choque brutal de demanda sobre el mercado de vivienda local. Ingenieros y contratistas de México, Colombia y Venezuela arribaron sin que existiera infraestructura habitacional disponible.

El Plan Maestro —que prometía que solo el Consorcio Manzanillo Gas & Power construiría 2,000 viviendas temporales— no alcanzó ni siquiera el uno por ciento de ejecución.

Por el contrario, los consorcios comenzaron a alquilar las pocas viviendas disponibles. El resultado fue una inflación inmobiliaria explosiva: casas que costaban RD$5,000 se alquilan hoy en RD$25,000, y viviendas de RD$35,000 alcanzan los RD$250,000 mensuales. Es la señal inequívoca de una burbuja especulativa alimentada por salarios foráneos.

El fenómeno transformó el perfil económico del municipio. La vivienda dejó de ser un bien social para convertirse en un activo financiero vinculado a la expansión del parque energético.

El valor del suelo se disparó, generando ganancias extraordinarias para propietarios e intermediarios, pero exclusión para la mayoría. Sin control estatal ni oferta pública de vivienda, el aumento de precios se volvió estructural, desconectado de la economía real del municipio.

Los residentes locales —con ingresos promedio por debajo de RD$20,000 mensuales— fueron expulsados del mercado. Los nuevos precios responden a la capacidad de pago de personal técnico extranjero.

Manzanillo vive hoy un clásico caso de shock de demanda no mitigado, donde la inversión pública y privada genera desplazamiento social en lugar de desarrollo sostenible.

2. Impacto social y desplazamiento comunitario

El CEBAMDER revela que todos los sectores, barrios y sectores del municipio viven un proceso acelerado de desarraigo. Familias que durante décadas habitaron la zona deben abandonar sus hogares ante rentas impagables.

La presión de la demanda impulsada por los consorcios lleva a muchos propietarios a solicitar las viviendas a los inquilinos locales para alquilarlas a extranjeros o técnicos.

Frank Valenzuela define este desplazamiento como “silencioso”, porque no ocurre por decreto, sino por la imposibilidad económica de competir en el mercado. Una casa que pasa de RD$5,000 a RD$25,000 mensuales evidencia la magnitud del problema, superando los ingresos de la mayoría.

Este proceso está condenando a los residentes de bajos y medianos ingresos a la exclusión social.

Las consecuencias son devastadoras: hacinamiento, migración interna y pérdida del tejido comunitario. Familias que antes vivían con estabilidad ahora comparten viviendas o se desplazan a zonas rurales.

La economía local, basada en pequeños comercios, pesca artesanal y empleos públicos, se ve reemplazada por una economía de servicios temporales orientada a los consorcios.

El resultado es una “gentrificación forzada” que modifica la composición social y cultural de Manzanillo. La infraestructura municipal, ya limitada, no soporta el crecimiento poblacional ni la especulación del suelo.

3. Fracaso del Plan Maestro y responsabilidad institucional

El Plan Maestro de Manzanillo fue concebido como el marco rector del desarrollo territorial del municipio. Incluía metas precisas para la construcción de 2,492 viviendas, con fases a corto, mediano y largo plazo. Su objetivo principal era mitigar el impacto habitacional de los megaproyectos energéticos, garantizando viviendas temporales para la mano de obra inmigrante.

Sin embargo, el incumplimiento ha sido casi total. Las unidades prometidas jamás se construyeron. Esa omisión representa un doble fracaso: técnico e institucional.

Las autoridades no exigieron cláusulas vinculantes a los consorcios ni sanciones por incumplimiento. Tampoco se activó una supervisión efectiva a nivel municipal o ambiental.

El Ministerio de Medio Ambiente, la Comisión Nacional de Energía y el Ayuntamiento de Pepillo Salcedo carecen de mecanismos de control y coordinación. Lo que debía ser un plan de equilibrio social se convirtió en un símbolo de irresponsabilidad compartida entre el Estado y las corporaciones.

4. Consorcios energéticos y falta de mitigación social

El Centro CEBAMDER denuncia que los consorcios Manzanillo Gas & Power, Manzanillo Energy y Energía 2000 / Manzanillo Power Land incumplieron sus compromisos sociales. Con participación de firmas como Haina Investment Company (HIC), Shell Gas & Power Development, ENERLA, Lindsayca Inc., Coastal Petroleum Dominicana, Antremar SRL e Inversiones Santa Marta LTD, los proyectos contaban con capital y experiencia suficientes para cumplir con sus obligaciones.

No obstante, en lugar de construir viviendas, los consorcios y sus empleados compiten directamente con los residentes locales por los alquileres. Esto provocó el colapso del mercado y una “gentrificación forzada” sin precedentes.

CEBAMDER advierte que este modelo extractivo repite errores históricos: se extrae riqueza y se deja pobreza.

Los consorcios deben asumir su responsabilidad financiera y moral mediante programas de vivienda asequible, compensación comunitaria y aportes al desarrollo local. De lo contrario, el desarrollo energético de Manzanillo seguirá siendo una ecuación de ganancias corporativas y pérdidas sociales.

5. Mercado laboral: mano de obra extranjera y empleo local precario

Paradójicamente, mientras los precios de la vivienda se disparan, la mayoría de los empleos generados son de baja remuneración para la población local. Los puestos técnicos y especializados son ocupados por ingenieros y operarios extranjeros o de otras provincias.

Los manzanilleros quedan relegados a funciones de limpieza, seguridad o apoyo logístico, con salarios que no alcanzan para sostener el costo de vida inflado.

Esa estructura refuerza la desigualdad social. Las empresas no aplican políticas de contenido local que aseguren capacitación ni transferencia de conocimientos. Así, el municipio soporta los costos ambientales y sociales de los megaproyectos, pero no recibe beneficios proporcionales.

Si se hubiesen implementado programas de formación laboral y cláusulas de contratación local, el impacto habría sido diferente. Sin embargo, el modelo actual reproduce un patrón extractivo clásico: beneficios concentrados en las empresas y precariedad para la comunidad anfitriona.

6. Inacción gubernamental y ruptura del equilibrio social

El gobierno dominicano ha sido un cómplice pasivo al no exigir el cumplimiento de las metas del Plan Maestro. Las autoridades municipales y ministeriales no activaron mecanismos de control ni políticas de mitigación. El resultado: inflación inmobiliaria, desplazamiento familiar y pérdida de arraigo social.

El desarrollo energético de Manzanillo se convirtió en un espejo de desigualdad: millones de dólares invertidos en generación eléctrica, pero cero inversión en vivienda digna.

CEBAMDER advierte que el verdadero progreso sólo será posible cuando el Estado asuma su rol regulador y las empresas devuelvan a la comunidad parte del valor que extraen.

7. En Manzanillo, desarrollo sin vivienda es desarraigo

Manzanillo vive una contradicción dolorosa: se construye energía, pero se destruye la comunidad. Los megaproyectos energéticos que prometían modernidad y empleos han traído inflación, desarraigo y desigualdad. Sin la ejecución inmediata de las 2,615 viviendas proyectadas, el municipio corre el riesgo de convertirse en una ciudad sin habitantes locales.

El Centro Bahía de Manzanillo para el Desarrollo Regional (CEBAMDER) hace un llamado urgente al Gobierno dominicano, al Ministerio de Energía y Minas y a los consorcios energéticos para asumir su responsabilidad histórica.

El progreso no puede medirse en megavatios, sino en hogares donde las familias de Manzanillo puedan seguir viviendo dignamente.

JPM

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