
Justo cuando un gran brote de sarampión parecía extinguirse en Estados Unidos, otro foco del virus ha surgido en la frontera entre Utah y Arizona. Este nuevo brote, que comenzó en agosto, ha enfermado a más de 100 personas, convirtiéndose en el segundo mayor grupo de casos del país en lo que va de año.
La mayoría de los infectados no estaban vacunados, según las autoridades sanitarias. El aumento ocurre en un año ya sombrío para la salud pública nacional: el número total de casos de sarampión alcanzó este verano su nivel más alto en 34 años, impulsado principalmente por el llamado “brote del suroeste”, que afectó a más de 880 personas en Texas, Nuevo México y Oklahoma.
Varios epidemiólogos coincidieron en que la escala y propagación actuales recuerdan a los grandes brotes de comienzos de la década de 1990, antes de que las campañas nacionales de vacunación y los mandatos escolares permitieran declarar la eliminación del virus en Estados Unidos.
“No hemos visto algo así en muchos, muchos años”, señaló Walter Ornstein, profesor emérito de la Universidad Emory y exdirector del Programa Nacional de Inmunización de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).