La comunidad internacional (liderada por CARICOM, OEA, ONU, UE y EE.UU.), la clase política y la élite intelectual y empresarial de Haití, luego de intensas negociaciones, lograron un consenso: realizar elecciones generales, el 15 de noviembre de 2025, para juramentar a las nuevas autoridades haitianas, como lo dispone su Constitución, el 7 de febrero de 2026, lo cual ¡desnuda varios fracasos políticos! Veamos:
El magnicidio del presidente Juvenel Moise (7-7-2021) generó una gravísima crisis socio-política en Haití, el país más empobrecido de todo el hemisferio occidental. Para enfrentar dicha crisis, se designó como presidente y primer ministro interino a Ariel Henry (2021-2024), sin congreso porque estaba suspendido. Su expresa encomienda: crear las condiciones apropiadas para realizar elecciones, en el más breve plazo posible. ¡Ese proyecto fracasó estrepitosamente!
A ese fracaso político se le agregó el caos y el terror que crearon varias bandas de delincuentes armados así como la incapacidad de la clase política y sociedad civil haitianas de arribar a soluciones entre ellos para sus gravísimas crisis. Entonces, de nuevo, la susodicha comunidad internacional, muy preocupada, en abril de 2024, consiguió constituir el Consejo Presidencial de Transición (CPT), para crear condiciones para elecciones, el 15 de noviembre de 2025.
Por el desastre socio-político y el terror que actualmente imperan en Haití y el rotundo fracaso político del CPT desnudan que en Haití, para elecciones en noviembre de 2025, no existe ni una de las condiciones mínimas requeridas, por lo cual se reitera un peligroso fracaso político haitiano: ¡el CPT queda en el limbo y sin razón de ser!

En atención a la reiteración del fracaso político para que Haití, mediante elecciones pueda escoger sus autoridades, a los fines de transitar por la institucionalidad y gobernabilidad democráticas, el pasado 12 de octubre, publiqué la reflexión “Elecciones en Haití: ¿pa’cuándo y cómo?”, en la que afirmé lo siguiente:
“Ante esa secuela de fracasos políticos y militares, nos preguntamos ¿elecciones pa’cuándo y cómo en Haití? Por eso, hablar de realizar elecciones en noviembre 2025 y juramentaciones en febrero de 2026 en Haití es una verdadera utopía, porque lo que procede, sin más dilaciones es la implementación de las siguientes acciones:
“1.- Poner en ejecución la última resolución del Consejo de Seguridad de la ONU y enviar, a la mayor brevedad posible, la fuerza militar anti-pandillas para que proceda, a cualquier costo, con el desarme total y control de las bandas delincuenciales para imponer la paz social y política que, urgentemente, necesita y merece el pueblo haitiano.
“2.- Designar una comisión de funcionarios y técnicos que, en representación de la ONU, administre el Estado haitiano durante 4 o 5 años consecutivos.
“3.- Que la comunidad internacional (EE.UU., Unión Europea, CARICOM, FMI, BID y BM) realicen significativos aportes económicos para levantar el sistema productivo y las actividades económicas de Haití.
“4.- Luego de comprobado el desarme, la pacificación, el restablecimiento del orden social, e institucional y la verificación de que se han creado condiciones objetivas y reales, entonces, y sólo entonces, proceder a montar un proceso electoral democrático, libre y equitativo para que el pueblo haitiano escoja sus nuevos gobernantes.”
Consecuente con esos planteamientos, ahora que llegó noviembre, reiteramos que, con urgencia se implementen las siguientes acciones:
1.-Desarme total de las bandas para lograr la imprescindible pacificación. 2.- La ONU designe una comisión ad-hoc (funcionarios y técnicos extranjeros) para proceda a crear las condiciones para que, en 5 o 6 años, realizar las elecciones. 3.- Hacer aportes económicos y alimentarios que coadyuven con la reactivación de la economía haitiana.
Los países de la región, en especial la República Dominicana, necesitan que la comunidad internacional actúe ya, sin contemplaciones ni más demora ante ese drama infernal para que el pueblo haitiano, cuyas constantes y masivas migraciones por sobrevivencia se han convertido en un factor que genera crisis socio-políticas que ponen en peligro la paz social, económica y política de nuestros países.
Ante los fracasos políticos de los anteriores ensayos para solucionar la crisis haitiana, urge que ya se tomen decisiones heroicas y firmes para la pacificación de Haití, a fin de que pueda retornar a la institucionalidad y gobernabilidad democráticas y, de esa forma, impedir que los haitianos sigan siendo peligrosas amenazas para la convivencia pacífica de nuestros países. ¡Son nuestros reiterados clamores ante la lentitud de acción de la comunidad internacional!
jpm




