LONDRES.- Reino Unido interrumpió los intercambios de inteligencia con Washington debido a la ilegalidad de los ataques contra barcos que, según la administración Trump, son operados por cárteles de la droga que introducen contrabando en EE.UU.
Las autoridades británicas que la base legal de los ataques estadounidenses era muy cuestionable.
El Reino Unido, que desde hace tiempo alberga puestos de escucha y vigilancia en sus territorios caribeños como parte de la alianza de inteligencia Five Eyes, lleva años ayudando a Estados Unidos a rastrear embarcaciones sospechosas de narcotráfico para que puedan ser interceptadas por los guardacostas estadounidenses, sus tripulaciones detenidas y su cargamento incautado.
Hoy, Londres teme que seguir proporcionando información sobre objetivos le convierta en cómplice directo de lo que considera cada vez más ataques militares potencialmente ilegales, que han dejado 75 muertos desde que comenzó la operación en septiembre.
DOS NUEVOS ATAQUES
La noticia llega mientras el secretario de Defensa, Pete Hegseth, anunciaba en X que se habían llevado a cabo dos nuevos ataques en el Pacífico oriental durante el fin de semana, en los que murieron seis presuntos narcotraficantes a los que describió como “terroristas de cártel”
Hegseth defendió la operación insistiendo en que “nuestras agencias de inteligencia sabían que estos buques estaban asociados con el contrabando de narcóticos, transportaban narcóticos y transitaban por una ruta de tránsito conocida para el tráfico de narcóticos en el Pacífico Oriental”
En su mensaje en X, Hegseth subrayó que “se llevaron a cabo dos ataques cinéticos letales contra dos buques operados por organizaciones terroristas designadas” y que:
“Ambos ataques se llevaron a cabo en aguas internacionales y había tres narcoterroristas varones a bordo de cada buque. Los seis resultaron muertos. Ninguna fuerza estadounidense resultó herida”
NUEVA ESCALADA
Estos últimos ataques alimentan aún más el malestar en toda América Latina y en la escena internacional, y se producen cuando la última medida de la administración Trump -el despliegue del USS Gerald R. Ford, el mayor buque de guerra del Pentágono, en aguas latinoamericanas, en lo que según las autoridades es la mayor presencia militar estadounidense en la región desde la invasión de Panamá en 1989- ha hecho temer una escalada aún mayor del conflicto en Sudamérica.
Al mismo tiempo, el Reino Unido está dejando cada vez más claro que no quiere seguir participando en esta campaña.
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