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50 años después, la NASA descifra el misterio de una avalancha en la Luna

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Cincuenta años después de haber permanecido sellada, una muestra intacta de la misión Apolo 17 de 1972 ha sido finalmente abierta. Su análisis está arrojando detalles sin precedentes sobre uno de los fenómenos más enigmáticos de la superficie lunar: el llamado Manto Ligero, una brillante franja de material que se extiende por más de cinco kilómetros en el valle de Taurus-Littrow.

Este enigmático deslizamiento de tierra —único en la Luna, un lugar sin agua ni atmósfera— ha intrigado a los científicos durante décadas. Hoy, gracias a tecnologías modernas y a un esfuerzo colaborativo, la comunidad científica se acerca más que nunca a comprender cómo y por qué ocurrió.

La investigación, liderada por la Dra. Giulia Magnarini, del Museo de Historia Natural de Londres, fue publicada en Journal of Geophysical Research: Planets.

“He estudiado deslizamientos de tierra en la Tierra y en Marte, pero este es el único que conocemos en la Luna. Aún no entendemos cómo pudo recorrer tantos kilómetros en ausencia de agua o aire”, explicó la investigadora.

Ciencia congelada en el tiempo: la muestra de Apolo 17

Cuando los astronautas del Apolo 17 regresaron a la Tierra en 1972, trajeron consigo más de 110 kilos de rocas lunares. Parte de ese material fue guardado cuidadosamente por la NASA, con la visión de que futuras generaciones contarían con mejores tecnologías para estudiarlo.

Hoy, ese plan cobra sentido. La apertura de esta muestra forma parte del programa ANGSA (Apollo Next Generation Sample Analysis), que busca extraer el máximo valor científico de las muestras de Apolo y, a la vez, servir de puente hacia el programa Artemis, con el cual la humanidad planea regresar a la Luna.

Tecnología moderna al servicio del pasado

Las rocas fueron analizadas con escáneres micro-CT de nivel médico, una tecnología que en 1972 no existía. Este método permitió observar su estructura interna sin necesidad de alterarlas físicamente.

Los resultados muestran que los fragmentos de roca no solo rodaron ladera abajo, sino que se fracturaron en el trayecto, liberando partículas finas que recubrieron los escombros. Esto les permitió desplazarse como un fluido, en un fenómeno conocido como flujo granular, lo cual explica cómo lograron recorrer tantos kilómetros en un entorno tan hostil.

¿Qué provocó el deslizamiento?

Los científicos manejan dos hipótesis principales:

  1. El impacto del cráter Tycho. Hace 108 millones de años, este joven cráter habría lanzado escombros que viajaron por media Luna hasta impactar el Macizo Sur, generando el derrumbe.

  2. Un terremoto lunar. La actividad sísmica en la falla Lee-Lincoln podría haber desencadenado el fenómeno.

Aunque aún no hay respuesta definitiva, lo cierto es que el hallazgo confirma que se trató de una avalancha seca, potente y duradera, cuya huella permanece visible hasta hoy.

De Apolo a Artemis: lecciones para el futuro

Este descubrimiento no se queda en lo académico. Conocer cómo se comporta el suelo lunar es vital para el programa Artemis, que busca establecer presencia humana permanente en la Luna.

Entender cómo el regolito se compacta, fluye y soporta cargas en baja gravedad permitirá diseñar rutas, plataformas y refugios seguros en terrenos irregulares.

“Estas muestras son un legado de Apolo que nos está preparando para el futuro. Lo aprendido ya está influyendo en los planes científicos de Artemis”, puntualizó Magnarini.

Lo que un día fue sellado como un tesoro científico, hoy se convierte en una clave esencial para el regreso del ser humano a la Luna.

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