Conecta con nosotros

Portada

La bendición de ser abuelos

Publicada

en

Hoy quiero pedir a mis lectores que me excusen porque no voy a escribir sobre la subida y escasez  del dólar, tampoco de  la creación de una nueva institución para enfrentar la corrupción, mucho menos de como Donald Trump le ha puesto el agua al cuello a Zerensky, negociando la paz con Rusia sin tomar en cuenta a Ucrania, mucho menos hablaré de la complicada situación creada por los fondos de la USAID y quiénes pueden estar vinculado a ese hecho tan debatido, no, no escribiré de nada de eso. En esta ocasión quiero referirme a la enorme bendición que nos da Dios por nuestra condición de abuelos.

                  Mi esposa Zinayda y yo tenemos dos hijas, Amelia y Cheizi, que nos han dado seis hermosos nietos, cuatro varones y dos hembras. La Biblia dice en Proverbios 17:6 que los nietos son coronas de los abuelos. Y esa es una gran verdad y nosotros la sentimos en carne propia cada momento con esos seis nietos, Ianna, Juan Fernando, Isabella, Oscar, Pablo y Antonio. Ellos están un poco lejos de nosotros físicamente, pues una de nuestras hijas vive en Orlando y la otra en Londres, pero nuestros corazones, nuestras mentes y nuestras ilusiones están siempre cerca de ellos.

Cada  vez que podemos, tratamos de compartir  tiempo de calidad, experiencias y alegría sin límites con esos seis regalos de Dios para nuestras vidas. Justo este mes de febrero y el pasado mes de noviembre, han sido de una gran bendición y de profunda felicidad para nosotros en nuestra condición de abuelos, pues pudimos compartir un tiempo con los nietos. Y con su contacto, logramos renacer y volver a vivir nuestra hermosa condición de hijos bendecidos de Dios.

                  Ser abuelos es un verdadero milagro. Es una condición muy especial. Somos raíces que se mantienen unidas a la nueva savia que dan los nietos con su alegría y su constante trajinar. Ser abuelos es pasar la dimensión de padres para ganar un título PHD en manejar vidas compartidas. Muchos padres tenemos una tendencia a pensar principalmente en el futuro de nuestro hijos, y eso nos lleva a no disfrutar con intensidad su presente. Estamos con ellos, pero nuestros sueños son futuros. Y esa situación muchas veces lleva no solo a no poder disfrutar a fondo los hijos, sino que suele convertirse en uno de los tantos motivos que provocan la ruptura de los matrimonios.

                  Como abuelos, esa situación toma una ruta muy diferente. Ya con la experiencia y el tiempo acumulado, hemos pasado mucho y nuestra vidas tienen hondas huellas de amor ganado y dolor perdido. Los abuelos nacemos cada día en la sonrisa de nuestros nietos, en la caricia de sus manos, en las lágrimas de sus dolores y en el trasnochar de sus sueños.

Los abuelos disfrutamos el día a día de nuestros nietos, aunque estén a kilómetros de distancia. Los nietos son como una responsabilidad de enderezar los errores que cometimos con nuestros hijos. Son el borrador de aquellas cosas que no pudimos corregir en su momento, pero ahora podemos hacer diferentes. Los nietos son inspiración, son provocación, ilusión, esperanza, vida, nostalgia, ilusión, en fin, son todo en un solo momento y para siempre.

                  Dios es el mejor modelo de padre y de abuelo. El nos ama con intensidad sin límites y nos mima a todos, aunque algunos no crean que él existe. Eso también somos los abuelos. Con certera razón dice la Biblia que los nietos son coronas de los abuelos. Cada nieto es una corona ganada en una batalla diaria y permanente de amor y felicidad. Una corona donde trazamos la ruta para seguir buscando el verdadero sentido de la vida, que únicamente está, de manera real y plena, en un ser que entregó todo por nosotros y que, como hijo fiel, hizo la voluntad de su padre para garantizar la salvación de la humanidad: Jesús.

                  Nosotros, con Jesús en nuestros corazones desde hace veinte años, hemos aprendido a ser abuelos y a disfrutar la gran bendición que eso implica para nuestra vidas. No hay un mejor regalo para mi o para Zinayda que un “te quiero, abuelo” de Ianna, una sonrisa pícara de Juan Fernando, una tierna caricia de Isabella, una linda expresión  “Abu” de Oscar, una pregunta científica de Pablo o una negativa de los cinco dedos, acompañada de una sonrisa, de Antonio. Damos gracias a Dios por habernos hecho abuelos, por habernos regalado estas seis coronas y pedimos que su amor, su gracia y su cuidado estén siempre con ellos durante todo el transcurso de sus vidas. Amen.

Euri Cabral

Economista y Comunicador

[email protected]

Anuncio

Copyright © 2024 Rafael Sarmiento