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Incertidumbre de la vida
Vivir sin entender el presente es una verdadera desgracia, pero no saber qué será del futuro es una preocupación que condena al hombre a sentir miedo al posible fracaso. La incertidumbre es una forma de desconocimiento de un sinnúmero de variantes que son necesarios para un futuro promisorio. Es una esclavitud el no tener los conocimientos necesarios para proyectar una vida segura de triunfos.
Algunas personas nunca han pensado en el futuro, pues viven un presente desligado del pasado que no les permite tener conciencia de lo que deben hacer, puesto que viven según las circunstancias. Esa ignorancia les permite vivir sin un desarrollo en algunos aspectos de su vida, lo cual lo mantiene durante toda su vida en pobrezas extremas económicas, sentimentales, intelectuales y morales.
La vida requiere de una realidad del conocimiento indispensable para tener una visión de continuas mejorías. No es correcto vivir dentro de un estancamiento y a la vez, de un conformismo que hunde al hombre en sociedad en un parasitismo general. El hombre debe ser un ente transformador de su realidad, partiendo del conocimiento de su pasado, siendo diligente en su presente y construyendo un futuro esperanzador.
La incertidumbre en el hombre no es producto de Dios, pues, él quiso que el hombre supiera, desde el principio hacía donde iba. Le dio un paraíso edénico a la primera pareja y les dio mandamientos sobre el cuidado del Jardín. Mas el hombre desvió el futuro haciendo las cosas contrarias a las que les indicó. La desobediencia al mandato de no comer del fruto prohibido, les condujo a su desgracia.
Cuando Dios arrojó al hombre del huerto, le había preparado para que supiese a qué él se iba a enfrentar: Una tierra bajo maldición para que no sea fructífera, un trabajo
arduo, bajo el dolor y a un conflicto entre la pareja. Todo esto vendría como consecuencia del pecado. Dos errores cometidos antes, produjeron un futuro incierto, aunque con un conocimiento de su causa: el pecado.
No obediencia
El hombre sigue andando en incertidumbre porque no ha querido mirar hacía la obediencia a nuestro Creador, más bien, seguimos en desobediencia e incredulidad. Este comportamiento conduce hacía un fracaso seguro. El pasado y el presente deben ser fundamento para no producir siempre lo mismo, ya que entonces, segaremos el mismo resultado. aprendamos del adagio: «Los tropezones hacen levantar los pies».
La incertidumbre de la vida se debe en gran manera, en que lo que hacemos es buscar culpar a otros de nuestros fracasos. No somos realidad ajena, somos entes transformadores de realidades. La pobreza mental, produce una pobreza moral y económica, de ahí que, se debe trabajar en la mente; es decir, en una fe en Dios, que nos permita superar los entuertos en que se ha vivido.
Jesucristo, observando la conducta de Zaqueo, quien a pesar de su estatura hizo todo el esfuerzo de subirse en árbol sicómoro para ver a Jesús. Ese esfuerzo lo consideró él, para darle un mensaje de vida a Zaqueo y a otros, cuando dijo: «Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido,» Lc. 19:9, 10.
La vida en incertidumbre es producto de no tener conocimiento de nuestra realidad, y de una dependencia falsa, que no permite asumir nuestras responsabilidades. Cada quien tiene que construir un futuro que le sea beneficioso. Cruzar los brazos, o dejarlos caídos, o las rodillas paralizadas es sinónimos de buscar la pobreza.
El futuro depende de nosotros, la pereza no debe ser parte de nosotros, sino en lo que requiere diligencia no perezosos.
jpm-am
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