Opinion
Antigua Orden Dominicana: entrenamiento y estructura militar
Al margen de lo ocurrido el domingo 30 de marzo pasado en la anunciada protesta convocada por la denominada Antigua Orden Dominicana hacia el Hoyo de Friusa, un asentamiento de inmigrantes haitianos situado en Bávaro-Punta Cana, provincia La Altagracia, las autoridades deben prestar atención al comportamiento de los organizadores de esa alegada intervención, porque al parecer se trata de un grupo paramilitar que pretende aplicar justicia por sus propias manos en el conflictivo tema de la inmigración ilegal haitiana.
De entrada, el nombre de la agrupación dirigida por Ángelo Alexander Vásquez Hernández, es un plagio vulgar de la “Antigua Orden Dominica” de la fe católica, fundada por Santo Domingo de Guzmán en el siglo XIII. Perteneciente históricamente a los “predicadores”, fue de gran influencia en la teología, la educación y la inquisición.
Actualmente, continúan su labor de evangelización y estudio en todo el mundo, manteniendo su compromiso con la búsqueda de la verdad y la defensa de la doctrina católica. Nada tienen que ver con el tema haitiano.
Entrenamiento militar
En cambio, el grupo que dirige Vásquez Hernández presenta el perfil de una organización paramilitar, que incursiona por su cuenta en la persecución de inmigrantes haitianos ilegales. Visten ropa militar con boina y botas del ejército, y a pesar de que se describe como una organización civil, alegan tener el entrenamiento y la estructura militar requeridas, pues entre sus 30,000 afiliados hay muchos veteranos de las fuerzas armadas y la policía nacional.
Aunque es legitima la preocupación por la crisis migratoria, pues concierne a cada sector de la sociedad, son las autoridades las únicas revestidas de legalidad para perseguir, detener, controlar y deportar indocumentados de cualquier nacionalidad.
Los integrantes de la antihaitiana Antigua Orden esgrimen el patriotismo como bandera de lucha, pero justifican su accionar alegadamente “en la inacción de los políticos”, entre los cuales evidentemente sobresale el presidente Luis Abinader, quien encontró la problemática haitiana empeorada por administraciones anteriores, así como a la Dirección de Migración y las Fuerzas Armadas encargadas de la seguridad fronteriza.
Creo que aquí existen grupos interesados en desatar una confrontación bélica contra Haití, que sería un pandemónium, pues consideran que la acumulación de conflictos migratorios, fronterizos y económicos entre ambas naciones carece de solución diplomática.
El decadente Estado haitiano, la actitud hostil y desafiante de su precaria élite gobernante hacia nuestro país, complican bastante el arreglo pacífico de las controversias.
En este aspecto intervienen grupos de nacionalismo extremista, capaces de provocar enfrentamientos sangrientos en asentamientos humanos de haitianos ilegales improvisados en la geografía nacional.
Tratar el tema migratorio desde el enfoque extremista subvierte la paz y remite a una práctica vieja de hacer justicia por sus propias manos debido a la supuesta inacción del poder político. En la República Dominicana prevalece el principio de que ninguna persona, o grupo humano, puede aplicar la justicia por su cuenta. La Justicia dimana de la Constitución y las leyes y abarca a la nación entera,
jpm-am
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