Opinion
Que la tragedia sacuda la conciencia
Vivimos en un país donde muchas de nuestras instituciones han renunciado a su rol esencial: garantizar la vida y la dignidad de quienes habitan esta tierra. Como advirtió el maestro Juan Bosch, una sociedad que no respeta sus propias normas está condenada a caer en la anarquía.
Y eso, lamentablemente, es lo que hemos venido arrastrando: una debilidad institucional crónica, alentada por la ausencia de un régimen de consecuencias que ponga freno a las violaciones impunes que corroen la decencia, la paz y la ética pública.
Mientras algunos se lucran del desorden y del irrespeto a la ley en cualquier ámbito, sea migratorio, urbanístico, transporte o social, es la sociedad en su conjunto la que paga un precio altísimo. En última instancia, el mal lo arruina todo. Lo descompone, lo corroe, y finalmente, lo destruye.

Hoy, la sociedad dominicana se encuentra de luto nacional. Llora a cientos de sus hijos e hijas, arrebatados en la flor de su vida. Entre ellos un artista excepcional gran exponente de la dominicanidad que late en el merengue, Rubby Perez. Una tragedia que pudo haberse evitado si el sistema no hubiera fallado, si se hubiera respetado la vida humana, si las normas hubieran sido algo más que simples papeles olvidados en escritorios polvorientos.
Nadie gana en medio del caos. Que esta pérdida irreparable de tantas vidas valiosas en su edad de oro, nos sacuda la conciencia crítica como sociedad. Que esta señal devastadora nos despierte del letargo moral y nos impulse a frenar el irrespeto sistemático a las leyes que, en teoría, nos hemos dado para regirnos con justicia, equidad y humanidad.
Urgencia
Es urgente ordenar una fiscalización estructural de todos los establecimientos comerciales y de entretenimientos públicos y privados, y aplicar sin demora los correctivos necesarios. No podemos seguir transitando de una desgracia a otra más grande, como si el horror fuera una rutina nacional.
La experiencia del Estado de la Florida debe servir como un valioso referente. Tras el colapso de un edificio en Miami Beach, en 2021, el cual contaba con un informe técnico desde 2018 que advertía sobre “daños estructurales en su infraestructura”, tragedia en la que cobró la vida de decenas de personas, el gobernador Ron DeSantis ordenó una revisión exhaustiva de todas las edificaciones multifamiliares y establecimientos comerciales públicos y privados. Esta medida tiene como propósito principal prevenir futuras catástrofes y evitar que una desgracia similar vuelva a enlutar a la sociedad miamense.
Este llamado es para toda la sociedad. Debemos de cooperar con responsabilidad desde todos los sectores, para iniciar una verdadera reingeniería social. Una transformación profunda que coloque el respeto irrestricto a la vida y la dignidad humana como pilares fundamentales de nuestra convivencia.
Un torrente de lágrimas por todos los caídos, y por la voz más alta del merengue: “Volveré”. La terrible desgracia que nos golpea no es un hecho aislado; es el reflejo de una putrefacción social que ha tocado fondo y que, de no actuar con decisión, seguirá cobrando vidas más allá de lo humanamente resistible. Pongamos freno a la barbarie. Que esta terrible señal no sea en vano. Y que, a pesar de lo mucho que hemos fallado, Dios tenga compasión de nosotros y nos conceda el perdón.
jpm-am