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Monja amiga del papa rompe protocolo para llorar y rezar

Redacción.- Durante el velorio del papa Francisco, la monja Genevieve Jeanningros, amiga cercana del pontífice, rompió el protocolo y se colocó frente a su féretro para llorar y rezar en silencio cuando era turno de los cardenales.
Sor Geneviève Jeanningros, de 81 años, vive en una caravana en un circo de Roma. Cada miércoles visitaba al Papa. También él la visitó a ella en alguna ocasión.
La religiosa argentina, con una mochila verde a la espalda, no ha seguido ningún protocolo y ha estado siete minutos llorando y rezando junto a los restos mortales de Francisco. Perteneciente a la orden de las Hermanitas de Jesús, ha huido de los formalismos porque en su caso no ha despedido a un pontífice, sino a un buen amigo al que conoce desde hace décadas y con el que se reunía en unos actos completamente novedosos en un papa.
El papa Francisco y sor Geneviève tenían una relación sencilla, sin florituras ni normas. Eran dos personas convencidas de que se puede cambiar el mundo e hicieron todo lo posible para conseguirlo. La religiosa siempre ha vivido de forma ambulante. De hecho, eligió como residencia una caravana en el Parco Lido – Il Luna Park di Ostia, un parque de atracciones muy cerca del mar en el que convivía con los feriantes, con trabajadores del circo…
La religiosa acudió a varias audiencias en El Vaticano y siempre acudió acompañada de grupos de personas homosexuales, transexuales o dedicadas a la prostitución, sectores en los que sigue estando volcada. También se movilizó para que los colectivos desfavorecidos recibieran ayuda de la Santa Sede durante la crisis sanitaria. Quería que el papa Francisco conociera estas realidades sociales y se interesara por todos los estratos, ya que ambos estaban convencidos de que todos somos iguales ante los ojos de Dios.
La amistad se fraguó mucho antes de que el cardenal Bergoglio se convirtiera en papa. Ella es sobrina de Leonie Duquet, monja francesa que se convirtió en un símbolo tras ser secuestrada y asesinada durante la dictadura militar de Argentina, país en el que nació Su Santidad, al que Geneviève pidió que se hiciera justicia sin imaginar que comenzaría así una amistad inquebrantable.