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América Latina bajo la sombra del águila

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La reciente crisis diplomática entre Colombia y Estados Unidos, detonada por la suspensión de vuelos de deportación y la subsecuente amenaza de aranceles del 25% a productos colombianos, con la amenaza de elevarlos al 50%, por parte de Donald Trump, ha expuesto las profundas raíces de un sistema de dominación que se remonta a más de un siglo de historia hemisférica.

Esta confrontación, aparentemente sobre política migratoria, revela los múltiples tentáculos de un aparato de control que Estados Unidos ha construido meticulosamente sobre América Latina, no solo estaba implementando una medida comercial; estaba demostrando cómo el sistema financiero internacional puede convertirse en un instrumento de presión política.

El conflicto, originado por la suspensión de vuelos de deportación, rápidamente escaló a una crisis diplomática que reveló las profundas asimetrías en las relaciones interamericanas. La respuesta del presidente Gustavo Petro, aplicando el principio de reciprocidad, aunque valiente, evidenció los límites de la autonomía latinoamericana en el actual sistema financiero global.

Desde que la Doctrina Monroe declaró a América Latina como «patio trasero» estadounidense en 1823, la estrategia de dominación ha evolucionado de la intervención militar directa a formas más sutiles, pero igualmente efectivas de control.

La creación de la Escuela de las Américas en 1946, inicialmente en Panamá, ejemplifica esta evolución. Esta institución, presentada como una academia militar de cooperación hemisférica, se convirtió en una fábrica de oficiales latinoamericanos leales a Washington antes que a sus propias naciones.

Los más de 83,000 graduados de esta academia no solo recibían entrenamiento militar, sino una doctrina ideológica que prioriza los intereses estadounidenses sobre la soberanía nacional.

El control territorial, simbolizado por el Canal de Panamá, representa otro pilar histórico de esta hegemonía. Aunque los Tratados Torrijos-Carter de 1977 devolvieron nominalmente el control del Canal a Panamá, las recientes amenazas de intervención demuestran que Estados Unidos aún considera esta vía estratégica como parte de su dominio natural.

El intento de rebautizar el Golfo de México ilustra cómo este control se extiende incluso a la nomenclatura geográfica, buscando reescribir la narrativa histórica del continente.

La transformación más significativa en esta estrategia de dominación ocurrió en el ámbito financiero. Los Acuerdos de Bretton Woods de 1944 establecieron al dólar como moneda de reserva mundial, pero fue el abandono del patrón oro en 1971 y la creación del sistema petrodólar en los años 70 lo que cimentó el control financiero estadounidense. Este sistema permite a Estados Unidos imprimir dólares sin respaldo material directo, mientras otros países deben respaldar sus monedas con reservas tangibles.

Trujillo

Esta crisis nos remonta a episodios históricos similares, como el enfrentamiento entre la República Dominicana y Estados Unidos durante la Era de Trujillo. En la década de 1950, cuando Estados Unidos intentó imponer precios desfavorables para el azúcar dominicano, Trujillo demostró que existían alternativas comerciales, vendiendo la producción a la Unión Soviética. Aunque esta decisión tuvo consecuencias políticas significativas, ilustró que la diversificación comercial es posible.

La historia de la República Dominicana bajo Trujillo ilustra las consecuencias de desafiar este sistema. Cuando Trujillo se negó a vender azúcar a Estados Unidos al precio impuesto y optó por comerciar con la Unión Soviética, enfrentó represalias económicas que incluyeron el congelamiento de 22 millones de dólares en cuentas dominicanas.

Este episodio histórico resuena con particular fuerza en la actual crisis colombiana, donde el presidente Petro intentó inicialmente resistir las presiones estadounidenses antes de ceder a las demandas de Washington.

El control financiero moderno se ejerce a través de múltiples mecanismos: el sistema SWIFT para transacciones internacionales, el dominio de las empresas de tarjetas de crédito, y la capacidad de imponer sanciones económicas unilaterales. La dependencia del dólar en el comercio internacional, especialmente en el sector petrolero, otorga a Estados Unidos un poder de veto efectivo sobre las economías latinoamericanas.

La situación actual plantea interrogantes cruciales para América Latina. ¿Cómo pueden los países de la región protegerse contra este tipo de presiones económicas? La respuesta podría estar en iniciativas como el sistema BRICS, que ofrece una alternativa al dominio del dólar.

La emergencia del sistema BRICS, con la reciente incorporación de potencias como Arabia Saudita e Irán, sugiere que el mundo busca alternativas a esta hegemonía financiera. Sin embargo, América Latina permanece especialmente vulnerable debido a su proximidad geográfica y dependencia económica de Estados Unidos.

La crisis La creación de sistemas financieros alternativos, el fortalecimiento de la integración regional y el desarrollo de instituciones militares verdaderamente nacionales son pasos necesarios hacia la autonomía latinoamericana.

Advertencia

El caso colombiano debe verse como una advertencia para toda la región. Hoy fue Colombia, mañana podría ser cualquier otro país latinoamericano. Esto demanda una respuesta regional coordinada que aborde simultáneamente las dimensiones militares, económicas y políticas de esta dependencia. La falta de unidad regional y la ausencia de mecanismos de defensa económica colectiva nos hacen vulnerables a presiones similares. Debe establecerse un sistema, aunque sea con la filosofía primitiva del trueque, donde los países puedan sobrevivir a través del intercambio. Pero con dignidad.

El incidente colombiano debe servir como catalizador para un replanteamiento profundo de las relaciones interamericanas. La pregunta no es si América Latina puede permitirse desafiar la hegemonía estadounidense, sino si puede permitirse no hacerlo. La soberanía regional y la dignidad nacional están en juego, y las decisiones tomadas hoy determinarán si la región continuará bajo la sombra del águila o encontrará su propio camino hacia la verdadera independencia.

La historia nos enseña que la resistencia es posible, pero requiere unidad regional y voluntad política. El momento actual exige liderazgo valiente y visión estratégica para construir una América Latina verdaderamente soberana, capaz de relacionarse con Estados Unidos desde una posición de igualdad y no de subordinación.

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