Internacionales
EE.UU. elimina regla de quitarse los zapatos en aeropuertos tras más de 20 años

WASHINGTON.– En un cambio histórico a sus protocolos de seguridad, la Administración de Seguridad del Transporte (TSA, por sus siglas en inglés) anunció que, a partir de este lunes 7 de julio, los pasajeros ya no estarán obligados a quitarse los zapatos durante los controles en los aeropuertos de Estados Unidos.
La medida, instaurada tras los atentados del 11 de septiembre y reforzada en 2001 luego del intento de atentado del llamado “terrorista del zapato”, Richard Reid, queda sin efecto gracias a los avances tecnológicos en los escáneres de seguridad.
La nueva política se aplicará en todos los aeropuertos del país, tanto para los usuarios del programa TSA PreCheck como para el resto de los viajeros. De acuerdo con memorandos internos de la agencia, los equipos modernos permiten detectar amenazas ocultas sin necesidad de que los pasajeros se descalcen, eliminando una de las prácticas más incómodas y cuestionadas del sistema.
El cambio responde no solo al progreso tecnológico, sino también a críticas constantes de viajeros y legisladores, quienes cuestionaban la efectividad de ciertas medidas. Incluso el senador Mike Lee llegó a proponer la eliminación total de la TSA y transferir la seguridad aérea a las aerolíneas, una idea que, aunque extrema, evidenció el malestar con el sistema actual.
Más comodidad, menos filas
La eliminación del requisito representa un alivio para millones de pasajeros, especialmente niños, adultos mayores y personas con movilidad reducida, quienes ya no deberán caminar descalzos por los filtros ni lidiar con cordones o calcetines extraviados.
Además, al eliminar una de las principales ventajas del programa PreCheck —mantener los zapatos puestos—, la medida podría cambiar la percepción del valor del servicio, ya que ahora todos los pasajeros disfrutarán de ese beneficio sin necesidad de pagar por membresías especiales.
Este ajuste es considerado el más significativo en los protocolos de la TSA en más de dos décadas y marca un nuevo capítulo en la seguridad aérea, donde la eficiencia y la experiencia del pasajero cobran mayor protagonismo sin sacrificar la vigilancia.