Santo Domingo. La cima del mundo enfrenta una alarmante crisis ambiental. El Monte Everest, símbolo de desafío humano y meta soñada por miles de alpinistas, se encuentra hoy sepultado bajo toneladas de basura, entre ellas 12 mil kilogramos de excremento humano, según reportes recientes.
La creciente popularidad de las expediciones ha traído consigo una consecuencia devastadora: la acumulación descontrolada de residuos. Cada temporada de escalada, cientos de alpinistas y sherpas ascienden dejando tras de sí un rastro de botellas de oxígeno vacías, tiendas de campaña abandonadas, equipos rotos y desechos orgánicos que, debido a las temperaturas extremas, no se descomponen.
Se estima que miles de kilos de heces humanas se concentran anualmente en los campamentos base y de altura, especialmente en zonas como el Campamento II y el Campamento IV, conocido como «el balcón de la muerte». Esto no solo representa un desastre visual, sino también un grave riesgo sanitario y ambiental.
Los glaciares del Everest, que son fuente de agua dulce para las comunidades del valle, se están contaminando con bacterias patógenas que pueden afectar la salud de miles de personas río abajo.