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El Gobierno y las redes

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EL AUTOR es periodista y abogado. Reside en Santo Domingo.

Si hay un sector profesional que se ha degradado inmensamente en la República Dominicana ese ha sido el de la comunicación, en todos sus aspectos, personal y profesional, a través del lenguaje, ya sea escrito o verbal.

Gente que piensa con faltas ortográficas hablan por radio y televisión; analfabetas, que por falta de lectura y de estudio no pueden conceptualizar ni darle sistematicidad a una idea, que opinan en lo que hoy llamamos redes sociales. Algunos, profesionales del chantaje y la extorsión. Plataformas digitales convertidas en letrinas donde defecan los obscenos y vulgares, sin ningún control, sin ningunas consecuencias. Seres abominables, tunantes de una sociedad en descomposición.

La democracia no sólo lo permite, sino que lo garantiza.

La democracia lo permite todo. Todos tenemos derechos, pero no deberes. Falencias del sistema, como suele decir un amigo comunicador de otros tiempos.

Las redes sociales no ponen, ni quitan gobiernos, aunque alguien lo crea. Y mucho menos plataformas digitales insustanciales donde prima lo vulgar, lo obsceno, trivial, morbo, difamación e injuria, sin respecto a nada, ni a nadie.

Todos estamos expuestos a la degradación moral.

Difama, difama, que algo queda, dicen que dijo hace muchos años el famoso politólogo Maquiavelo. Una mentira repetida puede convertirse en verdad. No es cierto, pero muchos creen que sí. Al final, es lo que importa.

Mientras los medios de comunicación y una buena parte de los comunicadores (ahora cualquiera es “periodista” o “comunicador” sin haber estudiado) se dedican al chisme, a la farándula, a contarle los maridos a JLO, a convertir en “noticia de primera plana” las infidelidades (los cuernos) o la salida del closet (homosexualidad o lesbianismo) de una persona, el mundo se cae a pedazos, esta, como decía Eduardo Galeano, “patas arriba”.

Extraños a los periodistas de la vieja escuela: Eulalio Almonte Rubiera, Bonaparte Bautreaux Piñeiro, Radhamés Gómez Pepín, Bienvenido Álvarez Vega, Margarita Cordero, Osvaldo Santana, Mario Álvarez Dugan, (Cuchito) Orlando Martínez, Don Rafael Herrera, Orlando Gil, Ruddy González, Ramón Colombo, Aníbal de Castro. Inés Aizpún y George Rodríguez, entre otros. Verdaderos periodistas y comunicadores, con los que se podía o no estar de acuerdo, pero había que reconocerles su responsabilidad, vocación, capacidad y profesionalismo. Hoy soplan otros vientos en la radio, la televisión y la prensa.

Los medios de comunicación dominicanos, en su mayoría, parece desconocer que el mundo está en llamas, que nunca como ahora la humanidad había estado tan en peligro, incluso de desaparecer.

Estamos en medio de una guerra con una escalada cada vez mayor. La guerra no es entre Rusia y Ucrania. No, la guerra es entre Rusia y la OTAN, con la intervención directa de Estados Unidos, dando sus últimos aletazos como primera potencia mundial, lo cual lo convierte en un animal muy peligroso.

Misiles nucleares, bombas atómicas, submarinos nucleares, portaviones, drones, robots asesinos en el rol de mercenarios. Jefes o líderes ambiciosos sin ningún aprecio por la vida humana como lo vemos en la Franja de Gaza donde se está produciendo un holocausto ante la mirada indiferente del mundo, etc.

“Mientras el mundo se cae a pedazos”, como dice Fito Páez en su canción “al lado del camino”, como lo estamos viendo, el cambio climático, con sus inundaciones, sus sismos cada vez más estremecedores, sus lluvias con sus vientos huracanados devastando ciudades y campos, nosotros, los dominicanos, nos entretenemos injuriando y difamando, en medio del caos y el desorden, sin respeto por nada, ni por nadie, insisto.

El gobierno tiene que olvidarse de las redes sociales y dedicarse a trabajar por el bien del pueblo. Las redes sociales, las plataformas digitales no pueden seguir siendo patrocinadas desde el Estado para el espectáculo, para el morbo.

Lo que vende es el chisme, el morbo, la vulgaridad y la obscenidad, la prostitución de hombres y mujeres que dicen cualquier barbaridad porque es lo que vende, lo que supuestamente le gusta a la gente. Los medios de comunicación tienen la sagrada responsabilidad de educar, de formar, de promover valores éticos y morales. El que está frente a un micrófono tiene una misión sacerdotal, de algún modo, por eso tiene que estudiar, leer, formarse para poder pensar y hablar con criterio.

El Estado, el gobierno, no puede ignorar lo que está sucediendo en los medios de comunicación, principalmente en las redes sociales, incluyendo las plataformas digitales, porque es su responsabilidad constitucional garantizar la privacidad y el buen nombre de todos los ciudadanos.

Para terminar, reitero: las redes sociales no quitan ni ponen gobierno. Los llamados “influencer” no eligen presidentes, ni lo derrocan. Pero hay gente en el gobierno, y en el partido de gobierno, que creen que sí. ¡Grave error! La popularidad de un gobierno, de un presidente, de un funcionario o de un dirigente político, depende de su trabajo, honesto y transparente, siempre de cara al Sol.

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