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Opinion

La burocracia: pilar esencial del estado democrático de derecho

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La autora es investigadora y analista de políticas públicas. Reside en Santo Domingo

POR EMELYN HERASME

Circula en redes sociales una imagen que proclama, con tono altisonante, que “la verdadera amenaza a la democracia es la burocracia”. Tal aseveración, aunque seductora en su simplicidad, desvela una peligrosa miopía política.

Lejos de ser un obstáculo, la burocracia es, en sí misma, el armazón que sostiene el estado democrático de derecho, garantizando su funcionamiento y estabilidad. Descalificarla es, per se, un ejercicio de ignorancia, y un ataque directo a los cimientos mismos de la democracia.

Atacar la burocracia es, en efecto, fragilizar las instituciones que concretan el pacto social. Sin ella, conceptos como justicia, igualdad y libertad se diluyen en meras abstracciones.

La burocracia, con sus procedimientos y estructuras, asegura que las leyes se apliquen de manera imparcial, que los derechos se protejan y que las obligaciones se cumplan. Pretender desmantelarla en nombre de una supuesta “eficiencia” es abrir la puerta al arbitrio y al caos.

Imaginemos un Estado sin burocracia: no habría servicios públicos dignos de tal nombre. La educación, pilar de la ciudadanía crítica, colapsaría sin docentes, administradores y planes estructurados. La salud, derecho humano fundamental, se desvanecería sin hospitales organizados ni sistemas de vacunación. La seguridad, base de la convivencia, se tornaría quimérica sin cuerpos policiales o judiciales coordinados. La burocracia es la médula de la vida colectiva.

Ciertamente, no se niega que la burocracia puede volverse ineficiente o excesiva (tema que podemos analizar más adelante). Mas no justifica su demonización, sino su reforma inteligente. Quienes la acusan de amenazar la democracia olvidan que, sin su existencia, las instituciones carecerían de continuidad y resistencia frente a los embates del populismo o la tiranía. La burocracia, bien concebida, es un dique contra el abuso de poder, no su cómplice.

El verdadero peligro no reside en los trámites o las oficinas, sino en el discurso que los caricaturiza para socavar la confianza ciudadana. Erosionar la burocracia es despojar al Estado de su capacidad de respuesta y al pueblo de sus derechos tangibles.

Quien clama por su abolición no defiende la democracia, sino que la expone a la anarquía o al despotismo disfrazado de liberación.

Así, la próxima vez que una frase ingeniosa en Twitter invite a despreciar la burocracia, convendría reflexionar: sin ella, ¿qué quedaría de nuestra democracia? La respuesta es tan clara como inquietante: ruinas de un ideal que, sin estructura, no puede sostenerse. La burocracia no es la enemiga; es la guardiana silente de nuestra libertad.

Libro

Para profundizar sobre qué es la burocracia y por qué resulta esencial para la democracia, recomendamos leer «Burocracia» de Max Weber, una obra seminal que explora este concepto con rigor analítico. Publicado como parte de sus escritos en Economía y Sociedad (1922), en la que Weber muestra a la burocracia como un sistema de organización racional, indispensable para la gestión eficiente de las instituciones modernas.

Este libro es fundamental porque argumenta que la burocracia, con su estructura jerárquica y reglas impersonales,  posibilita la administración del Estado y protege la democracia al limitar el poder arbitrario. Weber apunta que, sin ella, las decisiones quedarían a merced de voluntades individuales, suprimiendo la igualdad ante la ley. Es una lectura imprescindible para un público culto que busque fundamentos teóricos sólidos sobre el tema.

jpm-am 

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