Opinion
La increíble huida de SD en 1960 de Tirso Mejía Ricart
«Me gustaría mencionar una cosa más sobre la República Dominicana. Un día un estudiante entró en mi oficina muy atemorizado. Dijo que lo estaban persiguiendo, que lo iban a matar, lo iban a torturar. Un grandulón que pertenecía a una de las mejores familias. Estaba asustado con razón. Yo sabía lo que podía pasarle. Había un movimiento secreto entre los jóvenes estudiantes y Trujillo se moría por obtener los nombres de todas estas personas. Si atrapaba a uno de ellos, podría torturarlo y obligarlo a dar los nombres de los demás. Así que cuando lo escuché, lo que vi fue a este muchacho que sería llevado a las cámaras de tortura, maltratado y quizás asesinado y que a un montón de otros muchachos les sucedería lo mismo. Todo lo que pude pensar fue que eso simplemente no debía suceder. Así que le dije: «Bueno, puedes quedarte aquí». Tenía un pequeño baño al lado de la oficina y lo metí allí. Estaba terriblemente apretado y era un cajón caliente; en ese momento no había aire acondicionado en la Embajada. Le señalé: «Quédate ahí hasta que piense qué hacer». Creo que pasó allí dos días. Nadie en la Embajada lo sabía, excepto John Barfield (agregado político), con oficina al otro lado del baño.
Durante un par de días mantuve al joven y le llevé comida de la casa, todavía pensando qué hacer. Finalmente llegó un compañero, Dan Kirtley, el piloto del avión de la misión naval. Fue el último en abandonar el país de lo que había sido la Embajada. Entró a despedirse y de repente me asaltó una idea brillante: «Dan, ¿estarías dispuesto a emprender una pequeña aventura por tu viejo amigo?» Respondió: «¿Qué quieres?» Dan siempre fue un hombre de acción, le informé que tenía a esa persona y describí la situación: «O lo van a torturar o matar y también a muchos otros, y me pregunto si en tu último vuelo desde República Dominicana lo llevarías contigo». Su respuesta fue: «Lo tienes en mi avión a las 2:00 de la tarde y lo llevaré».

Bueno, existían obstáculos a salvar casi insuperables entre la Oficina y el Aeropuerto: cómo sacarlo de la Oficina, por ejemplo. Primero tuve que llevarlo a la Residencia. La Oficina y la Residencia compartían una cuadra y entre ambas mediaba un amplio césped y una piscina. Barfield propuso: «Puedo hacer retroceder el auto hasta la puerta de su oficina y acomodarlo en el maletero». Le respondí: «Eso es demasiado obvio. Vamos a la Oficina de la Embajada como si nada pasara y quizás nadie se dé cuenta. Si alguien lo notara, diré que era Bill Raft, el guardia marino más parecido al joven. Así lo hicimos.
El garaje de la Embajada se hallaba en la parte trasera. Lo llevamos allí y saqué el auto. Llegamos a mitad de la salida a la calle y le dije al joven: «Voy a abrir el maletero y te metes». Cuando abría el maletero los sirvientes de la Embajada salieron de la cocina y nos vieron. Así que contraordené: «No, no te metas en el maletero» y lo cerré. Entonces le señalé: «Ponte en el asiento delantero entre John y yo. Siéntate ahí». Por supuesto, no quería que me vieran guardando a alguien en el maletero. Le comenté: «Si dicen algo, diré que apostábamos a ver si cabías en el baúl».
Al final de la vía interior se hallaba la calle y en una colina que lo dominaba todo estaba el Palacio de la Policía Nacional. Por supuesto, no todos allí nos miraban, pero había que tenerlo en cuenta. Así que salimos e iniciamos la marcha al Aeropuerto y el joven tomó un periódico para esconderse detrás de él. Le dije que dejara eso y actuara natural. Condujimos por la ciudad, tomamos la autopista hacia el Aeropuerto y aproximadamente a tres cuartas partes del recorrido, en un tramo donde se podía ver que a ambos lados no venía nadie, le indiqué: «Ahora entra al maletero». Así que quedó allí y manejamos el resto de la ruta hacia el Aeropuerto.
En el aeropuerto

Nos dirigimos donde se hallaba el avión de Dan Kirtley, apartado de otros aviones. Dan preguntó: «¿Está ahí?» «Sí, respondí, él está en el maletero». Había una puerta muy baja en el avión y señaló: «Usted retroceda con el auto hasta la puerta». Justo cuando lo hacía, apareció un dominicano que merodeaba por el Aeropuerto y solía ayudar a Dan. Comenté: «¿Y ahora qué?» Dan miró alrededor y mandó al dominicano: «Oye, consigue una bomba de aire, que el auto del cónsul tiene un neumático bajo y no puede manejar así». Aprovechando que el hombre salió de escena, di reversa con el auto hasta aproximarlo al avión y el tipo se metió en la nave.
Había una torre con controladores aéreos y no sabía lo que estaban viendo. Por fortuna sucedió algo infrecuente: tres vuelos internacionales coincidieron simultáneamente, creo que uno despegaba y los otros llegaban; y además empezó a llover. Fue simplemente suerte. Miré nervioso mientras Dan salía para Puerto Rico con su pasajero. Regresé a la Oficina y envié de inmediato un mensaje a través de mi canal de la CIA, en el que afirmaba: probablemente rompí todas las reglas del manual, pero una cosa sabía, no podía dejar que atraparan a este tipo. A menudo me pregunto dónde estará ahora».
Quién fue Dearborn?
Henry M. Dearborn fue de 1959 a 1961 Cónsul General y Jefe interino de la CIA en República Dominicana, durante el régimen de Rafael L. Trujillo.
El tipo aludido por Dearborn en esta escena de tinte surrealista era Tirso Mejía Ricart, un entrañable compañero en muchas jornadas académicas y políticas del autor de este articulo, José del Castillo Pichardo. Un hermano mayor brillante y laborioso que me regaló la vida. A quien, sentado en torno a una jardinera en el campus de la UASD, le relaté una tarde la narración de Dearborn que escuché electrizado por TV en comparecencia del diplomático tocada de fino humor, acompañado por Luis Manuel Pellerano Amiama, presidente de la Fundación 30 de Mayo. Episodio que Tirso recoge ampliamente en su Memorias de un Actor Sobreviviente (2023) publicada póstumamente.
Conforme su valioso testimonio la referida red de jóvenes opositores, develada a mediados de septiembre 60, la conformaban Fidelio Despradel, Octavio Amiama Castro, Fabio Herrera Miniño, Puchito García Saleta, René Sánchez Córdova, Tony Avelino, Miguel Alfonseca, José Ramírez Conde (Condesito), Rafael Vásquez Mustafá, entre otros.
Los planes conspirativos incluían la liquidación de Trujillo y el ingreso de armas desde Venezuela para solventar un «golpe de mano» en puntos estratégicos de la capital. Al respecto, tanto Fidelio Despradel como Tirso, publicaron obras detallando la trama y sus mecanismos operativos.
Ya en EE. UU. Tirso colaboraría con Jimenes Grullón -a quien conoció al llegar éste a Washington desde Venezuela- y Yuyo D´Alessandro -escapado de las garras de su concuñado Ramfis al abordar un crucero en facha de turista-, radicado en New York. Realizando emisiones radiales contra la dictadura por Radio Swan y coordinando acciones con el gobierno americano para precipitar la caída de Trujillo. Episodio expuesto por Jimenes Grullón -cuyo pariente Tito Cánepa Jimenes, ciudadano americano asimilado al ejército, coordinaba la programación radial antitrujillista- en su obra John Bartlow Martín un Procónsul del Imperio (1977).
Jimenes Grullón, a la sazón presidente de la Alianza Cibaeña, fraguó en 1934 el frustrado atentado contra Trujillo en el Centro de Recreo de Santiago, que lo llevó al infernal presidio de Nigua, motivo del libro Una Gestapo en América (1946). En la nueva operación libertaria orquestada desde Washington confluyeron generaciones de opositores al régimen ante su declive final.
Radio Swan funcionó desde mayo de 1960 en la isla hondureña homónima con el potente trasmisor de Radio Europa Libre instalada en Alemania a raíz del triunfo aliado en la II Guerra. Propósito: socavar simultáneamente al emergente Fidel Castro y al decadente Trujillo, en una suerte de Operación Limpieza en el Caribe. Con 50 kilos de potencia, cubría el espectro radiofónico de ambas islas.
La respuesta nuestra fue Radio Caribe, «La Voz Antillana que da la Vuelta al Mundo», inaugurada en julio 1960. Baluarte propagandístico articulado por el siniestro jefe del SIM Johnny Abbes para desfogar contra la Iglesia y sus obispos, Betancourt y Muñoz Marín, la política exterior americana, y la OEA. La programación difundía noticias de la agencia soviética TASS, fragmentos de discursos antimperialistas de Fidel Castro, comentarios pro-socialistas, ataques al «pulpo imperialista del Central Romana». En paralelo se autorizó en 1960 a López Molina a establecer el MPD en la José Trujillo Valdez, autodesignado «partido marxista leninista». Abbes gestionó en Europa relaciones con la URSS. Importadora del Caribe, frente a la sede del SIM, traía vodka Moskovskaya, y los autos y camiones holandeses DAF.

El «coqueteo comunista» del régimen impulsado por Abbes incluyó el nombramiento de un grupo de jóvenes legisladores progresistas en la Cámara de Diputados y el Senado, consistente con esta mascarada, acelerando el deterioro de las relaciones con EE. UU. y ensanchando la fisura por la cual se colarían los planes domésticos de los conspiradores del 30M y de exiliados que ganaron audiencia en los círculos oficiales norteamericanos y sus agencias.
Por su parte, el gobierno de Fidel Castro -que repelió la invasión de Bahía de Cochinos en abril de 1961- lanzó en mayo de ese año su herramienta en la guerra informativa de onda corta: Radio Habana Cuba.
Volviendo a la conexión Tirso-Jimenes Grullón, éste explica que fue llamado de nuevo a Washington en diciembre de 1960, cuando residía en Venezuela. Al llegar, un enlace lo conectó con Mejía-Ricart, refiriendo en su relato la persecución a muerte que sufrió, el frustrado asilo en la Embajada de Guatemala, la acogida por el Consulado y la salida hacia EE.UU. El encuentro fue calificado harto fructífero. «Joven y de sólida preparación cultural, estaba al tanto de las actividades del movimiento a que pertenecía… Por él me enteré de que, pese a los duros golpes, el 14 de Junio había organizado comandos clandestinos para respaldar el tiranicidio, si obtenía el armamento necesario».
Pero, como se sabe, el 30M61 los tiros justicieros sonaron casi a bocajarro en la Avenida, despejando la ruta de la libertad. Por cuya virtud, conocí en 1962 a este hermano grandulón que fue Tirso en casa de Jimenes Grullón. Un recio batallador socialdemócrata. Educador de raíz. Quien prodigó vida y sapiencia generosa.
JPM
https://almomento.net/las-
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