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Opinion

La marcha hoy en el Hoyo de Frusia

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EL AUTOR es periodista. Reside en Santo Domingo.

Hace unos años, productores de bananos de la Línea Noroeste obtuvieron un préstamo bancario por RD$400 millones para impulsar exportaciones de ese rubro a Europa y generar miles de empleos en fincas y factorías, pero un bananero confesó que más del 95% de la mano de obra que emplea el sector es haitiana.

Fue por eso que cuando el gobierno anunció que deportaría al menos diez mil indocumentados cada semana, desde ese ámbito agrícola se puso el grito al cielo y hasta el ministro de Agricultura dijo que perjudicaría la producción agropecuaria, incluido el cultivo de musáceas.

La presidenta de la Asociación Dominicana  de Constructores y Promotores de Viviendas (Acoprovi)  dijo que la industria de la construcción requiere de 87 mil obreros haitianos adicionales, por lo que solicitó conceder permiso de trabajo a esa cantidad de trabajadores extranjeros.

El sector turismo se ha convertido en uno de los mayores demandantes de mano de obra barata haitiana en la construcción y mantenimientos de instalaciones hoteleras, como jardineros, vigilantes y hasta  talentos para los  espectáculos de entretenimiento a los turistas.

A mediado de los 80, a la entonces secretaria de Trabajo llegaban solicitudes de permiso en favor de extranjeros que laborarían como cocineros en restaurantes,  en el área industrial de ingenios azucareros y hasta en labores especializadas en zonas francas, pero nunca para suplantar masivamente la mano de obra dominicana.

Antes reclamaba al gobierno y al sector privado frenar contrataciones esclavistas de haitianos y  el ingreso de indocumentados, pero ahora los cañones van dirigidos a los explotados y no contra los que se benefician de esa explotación.

La marcha

La marcha hoy en el Hoyo de Frusia debería  denunciar al mundo que gestores de un capitalismo salvaje, con la complicidad de gobiernos, han erigido otro asentamiento donde malviven extranjeros en condiciones inhumanas, con el único propósito de aprovechar mano de obra barata.

Ese lugar es una réplica de cualquier barrio de Puerto Príncipe, matizado por violencia y criminalidad, al punto que la Policía lo piensa dos veces antes de penetrar en sus callejuelas, por lo que no se exagera si se afirma que de ahí saldría la primera banda armada heredada de Haití.

El desenfreno migratorio no se combate con vómitos de odio o reedición de la epopeya del 30 de marzo de 1844, sino con la lucha política, cívica, laboral y social contra quienes promueven y fomentan ese despropósito que drena la soberanía nacional.

jpm-am

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