Salud
La maternidad debe ser feliz
El embarazo debe ser el resultado deseado y esperado de una entrega física plena en una pareja que se ama. Pero aunque no sea un evento programado, cuando se descubre su existencia la pareja se alegra y celebra la cercanía de la maternidad.
Y por el contrario, cuando existiendo el embarazo, no progresa debidamente o se deshace ante un aborto espontáneo, la pareja sufre y vive un duelo cuya duración depende de la edad alcanzada por el embarazo y las posibilidades de nuevos embarazos.
Pero no siempre las cosas son felices o como se esperan. En una pareja estable, con deseos de procrear, es posible que un embarazo deseado no ofrezca perspectivas positivas. Sucede esto, por ejemplo, en los casos en que el feto en gestación está afectado de anencefalia.
Esta anomalía genética caracterizada por la ausencia del cerebro puede detectarse tempranamente en el primer trimestre de la gestación. ¿Es correcto en esos casos obligar a la madre contra su voluntad a gestar el feto por 9 meses, a sabiendas de que morirá minutos después de nacer?
También puede darse el caso de que el feto se encuentre con buenas condiciones de desarrollo, pero que el embarazo afecte la salud de la madre, al grado de poner en peligro su vida. ¿Está obligada esa mujer gestante a mantener el embarazo a sabiendas de que la conservación del mismo puede implicar la pérdida de su vida?
En ambas situaciones planteadas es posible que algunas mujeres deseen que se permita la continuidad del embarazo a pesar de las circunstancias adversas y sus riesgos y esas decisiones deben ser respetadas. La autonomía de la voluntad es un derecho fundamental, conforme lo plantea nuestra Carta Magna, la Carta Europea y todos los acuerdos internacionales que propugnan por el respeto a la dignidad de la persona y los derechos humanos.
Violación
Otra situación que puede darse es que una mujer resulte embarazada producto de una violación. En ese caso, la mujer no buscaba ni deseaba ese embarazo ni tampoco el acto sexual, sino que el mismo fue el resultado de una acción delictual contraria a su voluntad. En muchos casos, en la relación sexual forzada la mujer pierde, incluso, su virginidad. ¿Ante ese escenario, es correcto obligar a la mujer victimizada a mantener ese embarazo contrario a su voluntad?
No significa esto que, de manera automática, todo embarazo producto de una violación deba ser interrumpido. Habrá mujeres que aun en esas circunstancias desearán mantener su gestación y su decisión debe ser respetada.
Pero aquellas que no están de acuerdo con mantener un embarazo no buscado ni deseado, producto del uso de la fuerza y con el semen de un desconocido, muchas veces, deben tener oportunidad de recibir asesoría psicológica y adoptar una decisión consciente sobre continuar o interrumpir su embarazo.
Me ha tocado atender el parto de mujeres violadas que decidieron mantener su embarazo y han recibido con amor y agrado su recién nacido y le han dado una crianza adecuada a pesar de su origen. Pero también he atendido partos a mujeres que siendo violadas tuvieron que mantener su embarazo contra su voluntad, en razón de que nuestra legislación prohíbe el aborto de manera absoluta sin tomar en cuenta el origen del embarazo ni que importen las circunstancias o riesgos del mismo.
Recuerdo el caso de una doméstica violada por su empleador que al nacer el niño, muy hermoso por cierto, pidió que no se lo mostraran ni se lo acercaran, alegando que “no quería ver esa cosa”. Es decir, que veía al recién nacido no como su hijo sino como la cosa resultante de su violación. Después me enteré que esa doméstica regaló el niño tan pronto fue dada de alta, sin siquiera haberle visto la cara.
En nuestra legislación existe una dicotomía entre el respeto a la autonomía de la voluntad y la dignidad humana y la prohibición absoluta de la interrupción del embarazo en los casos planteados.
La maternidad debe ser feliz. Los hijos programados y aun los no programados, pero deseados deben ser el complemento que transforme a una pareja en una familia radiante. Esto no significa, de ningún modo, que deje de considerarse moralmente inaceptable o inadecuado, si se quiere, el uso del aborto como control de la natalidad.
Pero en los casos de fetos no viables por anomalías incompatibles con la vida extrauterina, peligro de la vida de la madre a causa del embarazo y/o violación, a mi entender, debe permitirse que la embarazada afectada tome una decisión propia con asesoría psicológica y dicha decisión se respete.
jpm-am
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