Politica
Liderazgo de Leonel, madurez del pueblo y la visión de un estadista
Por FRANK LITHGOW B.
El pueblo dominicano ha alcanzado una madurez que le permite expresar sus deseos y aspiraciones con claridad, sin necesidad de tutelaje. En este contexto, lo que el país exige es un proceso de transformaciones profundas y sinceras que refuercen sus cimientos institucionales, cimentando un verdadero clima democrático donde prevalezcan la Ley, el Orden, y se garantice el progreso, el bienestar y la paz para todos los ciudadanos.
No obstante, algunos sectores intentan, con artimañas y estrategias malintencionadas, excluir al Dr. Leonel Fernández del escenario político nacional, utilizando como pretexto su edad. Esta estrategia resulta curiosa y contradictoria, dado que esas mismas voces nunca cuestionaron la edad de Joaquín Balaguer, quien ganó la presidencia en 1986 con 81 años, ni la de Antonio Guzmán, que asumió el poder a los 67 años. Tampoco criticaron a figuras internacionales como Joe Biden, quien asumió la presidencia de Estados Unidos en 2021 con 79 años, o a Fidel Castro, quien lideró Cuba hasta una edad muy avanzada. Incluso Juan Bosch, con 81 años, fue candidato presidencial en 1990 sin que su edad generara controversias.
El verdadero motivo del malestar que provoca Leonel Fernández no es su edad, sino la innegable realidad de que es la mente más preparada del país y el gobernante más destacado de los últimos 50 años. Su liderazgo es comparable a un iceberg: lo que se ve es solo una pequeña parte, mientras que bajo la superficie yace un vasto caudal de experiencia y capacidad política que muchos esperan se materialice en el mejor gobierno que la República Dominicana haya visto, a partir de 2028, un momento crítico en el que el país demandará grandes transformaciones.
Leonel Fernández es un estadista consumado, cuya prudencia y paciencia son un reflejo de su profundo entendimiento del papel del tiempo en los procesos humanos. Su habilidad para liderar en tiempos de crisis ha sido reconocida durante décadas. Un claro ejemplo de esto se encuentra en el editorial publicado en marzo de 1997 por el desaparecido periódico *El Siglo*, que afirmaba: “Hay hombres que, por su carácter, poder de persuasión, formación intelectual, experiencia o capacidad de trabajo, se ganan la confianza de las sociedades en las que nacen. Son líderes que inspiran a los pueblos para enfrentar grandes problemas, aquellos llamados a dirigir en tiempos de calamidades históricas, crisis económicas o sociales. Cuando en un hombre se reúnen estas cualidades humanas, esta suma de dones y sabidurías, la sociedad debe aprovechar esa suerte, la fortuna de que exista y esté disponible”.
Estas reflexiones son más pertinentes que nunca y deberían ser cuidadosamente consideradas por el pueblo dominicano. Son advertencias claras para aquellos que, cegados por el temor o la ambición, buscan bloquear el camino al dirigente político más completo del país. El liderazgo vigoroso de Fernández es una fortaleza para la nación y está destinado a desbancar a candidaturas menos preparadas que intentan ganar terreno con estrategias erradas.
La experiencia ha enseñado al pueblo dominicano a identificar a quienes intentan engañarlo. En este contexto, hablar de una «mesiánica voluntad política» es pura necedad. Ante las críticas malintencionadas que se lanzan diariamente contra el líder que representa la esperanza nacional, es oportuno recordar la sabia sentencia del benedictino Benito Feijoo: “El político ha de ser como el buen químico, que convierte el veneno en específico”.
sp-am
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