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Maduro es peor que Trujillo

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El autor es periodista. Reside en Santo Domingo.

Respetando la distancia, la época y las circunstancias de antes y de ahora, afirmo sin rubor y desarropado de los manidos pluritos ideológicos, que nuestro dictador por 31 años, Rafael Leónidas Trujillo Molina, fue mucho mejor gobernante que el inepto déspota de 11 años de Venezuela, Nicolás Maduro Moros. Lo fue, en cuanto a realizaciones físicas, en lo gerencial, en la eficiencia administrativa y en la defensa y preservación de la soberanía dominicana.

El déspota dominicano supera en todo al venezolano hasta en la peor mancha de su régimen, los asesinatos más viles, como el de Galíndez, las hermanas Mirabal y los 30 o 40 mil haitianos, de 1937. Trujillo hizo respetar nuestra soberanía, nuestra dominicanidad; pagó la deuda externa, construyó obras importantes por todo el país, sin préstamos extranjeros, sin dobleces, sin mendigar nada a nadie, y hasta le sobraba dinero para él y sus adlateres  robar y robar, y a pesar de todo, aquí había respeto y orden.

Sin embargo, en la Venezuela de Maduro durante estos 11 años ha estado ausente el orden, el respeto a la dignidad humana, la decencia y la abundancia alimenticia. Con él se ensanchó el caos, la brutalidad, el salvajismo y el desorden colectivo, acompañado de sus falsas pretensiones de liderazgo nacional y continental. Y el robo descarado y torpe, ha marcado su accionar público, reiterándolo ahora con el intento de robarse las elecciones del 28 de julio.

Ese infeliz hombre y sus socios venezolanos, ignoran que la mejor divisa de un gobernante es su eficiencia gerencial, lo bueno y mucho que hagan por su país, en términos de obras físicas,  de positivas realizaciones institucionales, del respeto y orden que garanticen para su gente, pero  nada de esto ha logrado el chavismo desquiciado, perverso y empobrecedor que encarna Nicolás Maduro. Son pocas las realizaciones que puede exhibir el gobernante venezolano para el bienestar  y progreso del desdichado país suramericano.

Siendo objetivo, Trujillo no contó con el petróleo y otros minerales de gran valor, pero a diferencia de Maduro, tenía talento y se rodeó de los mejores profesionales de la época para administrar eficientemente los recursos disponibles, librando al país de préstamos onerosos o blandos, que parían, como consecuencia,  la odiosa injerencia extranjera y otras acciones de peor calaña.

Por ello, amén de la atroz represión y crímenes de su régimen, él fue mejor gobernante que Maduro, porque en el beneficio colectivo se mide, se aprecia positivamente, una gestión de gobierno.

Pérez Jiménez

Aunque no le guste a algunos amigos míos dominicanos, sostengo que hasta el dictador venezolano Marcos Pérez Jiménez fue mejor gobernante que Maduro, en todo el sentido de la palabra, ya que él tuvo el valor, la inteligencia y el orgullo de aceptar su realidad al término de su mandato, y abandonó el poder, huyendo a España,  al saberse acorralado y despreciado por la gran mayoría de venezolanos. Y murió de viejo,  a los 87 años, en paz, aunque su alma haya aterrizado en el infierno.

Pero Nicolás Maduro, como el peor dictador, como mesías del diablo se aferra al poder, no quiere traspasarlo al auténtico ganador de estas elecciones porque se cree dueño, heredero de Venezuela, porque sueña con explotar él y los suyos todo el petróleo reservado en el Orinoco durante 50 o 60 años, para ellos regalarle el 25% a Cuba, Nicaragua y China, robarse 50%y dejarle solo el 25% restante al desdichado pueblo venezolano.

Las riquezas de Venezuela, en la Era de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, han sido dilapidadas, regaladas y evaporadas, como maldición del destino de ambos líderes. Han sido 25 años de atraso, de hambre, despojo, sobornos, abusos  y muerte, que ahora el madurismo pretende prolongar, si lo dejan, por otros 25 años más, aunque al pueblo se lo lleve el mismo diablo.

Es oportuno que Lula, Biden y los lideres europeos sepan, que Maduro no se irá del poder por las buenas, porque sus fechorías y pecados son muy grandes, muy pesados, y porque en él está ausente el sentido histórico, el ápice de honor y dignidad que se aposenta en el alma y en el corazón de los verdaderos líderes, de derecha o de izquierda, como Mandela, Lula y Pinochet.

Creo, pues, que el liderazgo político internacional, junto al venezolano, deben actuar sin flaquezas, ni concesiones de tiempo para sacar a Maduro del poder que perdió avasallantemente en las urnas, pero hacerlo ahora, antes del 10 de enero. De lo contrario, y ojalá él lo entienda ya, le espera la misma suerte de Somoza, de ser Ceacecus, de Rumanía, de Calígula, de Roma o de nuestro infame déspota. Rafael Leonidas Trujillo.

jpm-am

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