Opinion
Mella murió postrado en un camastro
Ramón Matías Mella, seguidor de los ideales patrióticos de Duarte, que había sido encarcelado durante dos meses en una inmunda cárcel haitiana, fue el valiente que protagonizó la acción cimera en la Puerta de la Misericordia, en Santo Domingo, la medianoche del 27 de febrero de 1844, exclamando la redención del pueblo dominicano. En ese momento se anunció al mundo el nacimiento de la República Dominicana.
Fue un hecho trascendental en la historia nacional. El trinitario José María Serra, cronista de hechos singulares de nuestro pasado, lo anotó así: “Comprometida es la situación, dijo Mella, juguemos el todo por el todo, y disparó al aire su trabuco.”
Mella también adquirió la condición de prohombre de la Restauración de la República. Fue un guerrero que no se limitó al uso de las armas, sino que también adquirió gran habilidad política. Siendo ministro de Guerra creó el manual de guerra de guerrillas, usado tanto en el país como en otros lugares del mundo. Sobresalió como táctico y estratega en los contextos bélicos.
Mella fue un excelente organizador de tropas de infantería y poseía gran tacto para disponer adecuadamente las piezas de artillería. El historiador Rufino Martínez escribió de él que “tenía porte garboso y aire militar”.

Algunos han pretendido etiquetar a Mella como un santanista, cuando en realidad su vinculación con ese sector conservador antipatriótico fue un bandazo episódico, propio de las luchas internas que se libraran en una etapa de nuestro pasado en la que predominaba la confusión. Ese vínculo pasajero se rompió en la primera oportunidad que él comprobó que Santana estaba sazonando la felonía contra la patria.
Ante los numerosos y tentadores ofrecimientos que le hizo el general Pedro Santana Familias para que formara parte de la nefasta anexión a España se negó rotundamente, lo que motivo que fuera objeto de maltratos, apresamiento y deportación.
En vez de emocionarse con “los cantos de sirena” que le lanzaba el íncubo criollo de la monarquía española lo que hizo fue advertirle al Santana vendepatria lo siguiente: “…ni he trocado ni deseo trocar mi nacionalidad por otra alguna, habiendo jurado desde el día 27 de febrero de 1844 ser ciudadano de la República Dominicana…” (Carta de Mella a Santana.3 de julio de 1861).
En la referida misiva, reprochándole a Santana su conducta proditoria, le lanzó la siguiente amenaza, revestida de acción, propia de la bizarría patriótica que lo caracterizaba: “Cumpliré con mi deber del modo que me sea posible, siempre como hijo y ciudadano de la República Dominicana”.
Desde Santiago de los Caballeros Mella (interpretando cabalmente el pensamiento restaurador de unidad y solidaridad antillana) divulgó el 16 de enero de 1864, a menos de cinco meses de morir, una proclama que trascendía en sus alcances las fronteras dominicanas. En ella señaló: “dominicanos: Los días llegaron ya en que la España, única nación que se obstina en conservar esclavos, debe perder sus colonias en las Antillas. La América debe pertenecerse a sí misma”.
Mella no era un burócrata tramitador de papeles. Por eso en ejercicio de sus funciones como ministro de Guerra del gobierno restaurador realizó en enero de 1864 un viaje a la región sur, atravesando mogotes, bosques tupidos, cañadas y collados intrincados de las serranías de Jarabacoa y Constanza. Su objetivo era corregir anomalías militares que había en esa zona del país entre combatientes restauradores que rompieron la disciplina revolucionaria.
Uno de sus biógrafos precisó que logró atravesar “bosques cerrados e inhóspitos” de la cordillera Central. El poeta e historiador Manuel Rodríguez Objío escribió en el 1866 que ese viaje fue la “fatiga que desarrolló en él la enfermedad que le condujo al sepulcro.”
Brillante
Fue brillante como teórico y ejecutor de tácticas militares, lo cual quedó demostrado en los pasos que recomendó (en el referido manual de guerra de guerrillas) para emplear técnicas bélicas especiales contra los anexionistas. Era un mecanismo necesario y urgente para contrarrestar realidades que él observaba en los combates.
En reconocimiento a sus extraordinarias dotes de líder militar fue ascendido a vicepresidente de la República, aunque no llegó a tomar posesión de esa elevada función.
El patriota independentista y restaurador Ramón Matías Mella murió de disentería el 4 de junio de 1864. Tenía 48 años de edad. Estaba postrado en un camastro, rodeado de todas las precariedades materiales, en una pequeña casa ubicada en la falda de la colina donde está el histórico fuerte de San Luis, en la ciudad de Santiago de los Caballeros. Allí, ya lanzando los estertores de la agonía, pudo llegar su gran amigo y mentor Juan Pablo Duarte. Fue la visita postrera de un prócer a otro prócer.
Vale señalar como cierre que los restos mortales de Duarte, Sánchez y Mella reposan en el Altar de la Patria, por mandato de la Ley 237, promulgada el 1 de abril de 1943, hace ahora 82 años.
jpm-am
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