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Movimientos sociales: influencia en la formulación de políticas públicas 

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La autora es investigadora y analista de políticas públicas. Reside en Santo Domingo

POR EMELYN HERASME  

Desde la antigua civilización Griega, especialmente en los períodos arcaico y clásico, surgieron múltiples movimientos y organizaciones que buscaban cambios sociales, políticos y económicos en la polis griega (ciudad-estado). A lo largo de la historia, estos movimientos han sido una fuerza impulsora

en la lucha por la justicia social y la transformación de las estructuras de poder. En América Latina, han logrado importantes victorias que han redefinido políticas y han impulsado modelos alternativos al neoliberalismo y al capitalismo global.

Es entendido que la complejidad y diversidad de los movimientos sociales, tanto en sus formas organizativas como en sus objetivos y estrategias, dificultan su definición precisa. Lo que nos queda claro es que estos son respuestas a problemas estructurales que afectan a sectores marginados de la población y se articulan en torno a demandas específicas y aproyectos de cambio sistémico. Como señala Touraine (2006), la acción de los movimientos sociales no se limita a la búsqueda de poder político dentro de las instituciones estatales, más bien, desafían las estructuras de poder económico y social que prolongan las desigualdades.

Latinoamérica

En América Latina, los movimientos sociales han logrado incidir directamente en la formulación de políticas públicas. Un ejemplo que nos toca directamente es el «Movimiento 4% para la Educación» en la República Dominicana, que logró que se aprobara la Ley General de Educación en 2013, aumentando exponencialmente el presupuesto destinado a la educación pública. Este movimiento convocó a diversos sectores de la sociedad y se convirtió en un símbolo de la capacidad de la participación ciudadana para generar cambios en las políticas públicas educativas.

Otro ejemplo es «YoSoy132» en México, surgido en 2012, que cuestionó la falta de transparencia en el sistema electoral y exigió la democratización de los medios de comunicación. Su impacto fue puntual para abrir el debate sobre la concentración mediática y la necesidad de mayor equidad en la cobertura política. Este movimiento demostró la fuerza de la juventud para desafiar el establishment y reconfigurar el panorama electoral del país.

La «Marea Verde» en Argentina es otro ejemplo de cómo los movimientos sociales pueden influir de manera decisiva. Este movimiento, liderado por colectivos feministas y de derechos humanos, comenzó como una lucha por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. A través de manifestaciones masivas, campañas en redes sociales y presión sobre los y las legisladoras, la «Marea Verde» logró transformar el debate público y político en el país. En 2020, después de años de activismo constante, el Congreso argentino aprobó la legalización del aborto y reafirmó los derechos reproductivos en América Latina.

En Brasil, el Movimiento de los Afectados por Represas (Movimento dos Atingidos por Barragens – MAB, en portugués), se opone a los proyectos de construcción de represas hidroeléctricas que desplazaron a miles de comunidades rurales, indígenas y ribereñas, afectando gravemente el medio ambiente. El MAB ha logrado movilizar a estas comunidades para defender sus derechos y proteger los ecosistemas afectados.

Una de sus principales victorias fue la presión ejercida para que se revisaran las políticas ambientales y energéticas, influyendo en la implementación de medidas de compensación para las comunidades desplazadas y en la promoción de una mayor responsabilidad ambiental por parte del Estado y las empresas. Este movimiento continúa abogando por una transición energética más justa y sustentable, que tenga en cuenta tanto a las personas como al medio ambiente.

Los movimientos sociales han probado su capacidad para articular demandas colectivas y desafiar estructuras de poder que profundizan desigualdades. Su incidencia en la formulación de políticas públicas responde a necesidades inmediatas y redefine el horizonte político y social de las naciones. Su acción constante es una prueba del poder de la ciudadanía organizada en la construcción de sociedades más justas e inclusivas.

La importancia de los movimientos sociales se sitúa en su papel como catalizadores del cambio, visibilizando injusticias y transformando realidades. Para comprender su influencia, es fundamental recurrir a autores como Alain Touraine, cuya obra «La voz y la mirada» nos permite tener una perspectiva lúcida sobre el papel de los movimientos sociales en la configuración de nuevas dinámicas de poder y resistencia.

jpm-am

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