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Reflexiones de Navidad

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El autor es abogado. Reside en Santo Domingo

La Navidad es un acontecimiento tradicional que se actualiza cada año. El aspecto de las calles bellamente iluminadas, la publicidad, el adorno de las casas con su Nacimiento y el árbol, las reuniones familiares, los regalos, la gastronomía, las vacaciones escolares, nos invitan a todos, niños y adultos, viejos y jóvenes, pobres y ricos, a pasarla bien.

Navidad es un tiempo lleno de esperanza, de gozo y de alegría. Nos invita a seguir al Señor, a compartir nuestro amor con el que sufre, con el que llora, con el que está perdido, abandonado y con el que no tiene ninguna posibilidad de esperanza, haciéndola una realidad y compartiéndola con los demás.

La Navidad es, sin dudas, una fecha sumamente especial para la mayor parte de la población mundial, independiente de nuestras creencias y de la visión que tengamos en torno a ella.

Al llegar la sagrada temporada de Navidad, siempre vale la pena hacer una pausa y detenernos un momento para meditar acerca del verdadero significado de esta fiesta, en donde la mayoría de las personas han reducido esta celebración a cosas puramente triviales, y la razón del nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios entre nosotros.

Es por ello que en este tiempo de Navidad debemos reflexionar en el sentido de que el nacimiento de Jesús obedece a un propósito redentor de Dios, el cual consiste en liberarnos de todo aferramiento terrenal y material que nos impida vivir una vida a plenitud.

Esta Navidad, particularmente amenazada por dificultades de todo orden, es una gran oportunidad para reflexionar sobre los valores que acompañaron el Nacimiento de Jesús, para darnos cuenta que Dios nació pobre y humilde en la oscuridad y silencio de la noche, con la adoración de sus padres y de sus humildes acompañantes.

La Navidad nos invita, especialmente en estos tiempos de crisis, a que seamos más solidarios y compartamos mejor con los demás.

Podríamos preguntarnos si practicamos la solidaridad, el valor como verdad, si respetamos las libertades fundamentales, si practicamos el perdón de las ofensas y si el amor fraterno es más fuerte que los odios y rencores.

Lo que supone seguir edificando juntos un camino de renovación espiritual, para reconocer que sí se puede construir una mejor sociedad entre todos y para todos.

Ojalá y que esta Navidad sea la ocasión propicia para renovar nuestro compromiso de fortalecer los lazos fraternales y de amistad, superar los conflictos familiares y perdonar de corazón a quienes nos han ofendido, así como promover siempre la reconciliación.

Está claro que 2024 fue un año difícil y de muchos retos para los distintos sectores económicos, lo que supone que la esperanza de un mejor porvenir que nos ayude a encarar los grandes retos y desafíos que nos sobrevienen, debe estar presente siempre en la mente y actitud de cada uno de nosotros.

Este nuevo año debe permitirnos ser protagonistas de nuestro propósito de vida, por eso tenemos que tomar las riendas de nuestro destino y proyectar mejores días, con fe, voluntad, buenos deseos, y sobre todo con mucha humildad y trabajo para el bienestar social.

Finalmente, pese a las malas noticias que escuchamos a diario, en esta época festiva y de reflexión debemos caminar por el camino de la esperanza, esparciendo la semilla que anuncia la paz, la verdad y las buenas nuevas, con la fe firme de que de esas semillas podamos cosechar ciudadanos responsables, comprometidos, valientes, trabajadores, honestos, temerosos de Dios y que quieran trabajar decididamente para el logro del bien común.

jpm-am

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