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Un análisis de sangre podría predecir el riesgo de enfermedad cardíaca hasta 30 años antes de los síntomas

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La Lipoproteína (a), o Lp(a), es un tipo de grasa en la sangre que ha sido menos estudiada en comparación con el colesterol LDL, pero que está ganando reconocimiento como un indicador clave del riesgo cardiovascular. A diferencia del colesterol LDL, los niveles de Lp(a) son en gran medida heredados y no responden de manera significativa a las intervenciones dietéticas o a la mayoría de las terapias estándar para reducir el colesterol.

La Lp(a) contribuye al riesgo de enfermedades cardíacas al promover la formación de placas en las arterias, un proceso conocido como aterosclerosis. Estas placas pueden bloquear el flujo sanguíneo y desencadenar eventos cardiovasculares graves como ataques cardíacos o derrames cerebrales. Debido a su origen genético, las personas con niveles elevados de Lp(a) pueden estar en riesgo incluso si no presentan otros factores de riesgo tradicionales, como la obesidad o la hipertensión.

El estudio liderado por Ridker destacó que la inclusión de la Lp(a) en las evaluaciones de riesgo cardiovascular podría identificar a individuos que, de otro modo, pasarían desapercibidos en las evaluaciones tradicionales basadas únicamente en el colesterol LDL. Esto subraya la necesidad de pruebas más completas que incluyan la medición de Lp(a), especialmente en individuos con antecedentes familiares de enfermedades cardíacas.

El segundo biomarcador destacado por la investigación es la Proteína C Reactiva (PCR), un indicador de inflamación en el cuerpo. La inflamación crónica ha sido implicada en una serie de enfermedades, incluidas las enfermedades cardíacas. Según el doctor Ahmed A.K. Hasan, director del programa en el Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre, “el aumento de los niveles de inflamación puede interactuar con los lípidos para agravar los riesgos de enfermedad cardiovascular”.

La PCR es producida por el hígado en respuesta a la inflamación. En el contexto de las enfermedades cardíacas, niveles elevados de PCR indican que el cuerpo puede estar en un estado de inflamación crónica que contribuye al desarrollo y progresión de la aterosclerosis. Las células inmunitarias, en un intento por reparar el daño causado por la acumulación de colesterol en las arterias, pueden exacerbar la formación de placa, creando un ambiente hiperinflamatorio en el cual la placa puede romperse y causar un ataque cardíaco o un derrame cerebral.

El estudio encontró que las mujeres con niveles elevados de PCR tenían un riesgo 70% mayor de sufrir un evento cardiovascular. Este hallazgo sugiere que la PCR podría ser un indicador clave del riesgo, especialmente en personas que no presentan factores de riesgo tradicionales.

Los resultados de esta investigación representan un avance significativo en la comprensión de cómo evaluar el riesgo de enfermedades cardíacas. Al incluir la medición de la Lp(a) y la PCR junto con el colesterol LDL, los médicos pueden obtener una imagen más completa del riesgo cardiovascular de una persona.

Aunque el estudio se centró exclusivamente en mujeres, los investigadores, liderados por Ridker sugieren que los hallazgos tienen una alta probabilidad de ser aplicables también a los hombres.

Las enfermedades cardíacas son la principal causa de muerte tanto en hombres como en mujeres, y los mecanismos biológicos que subyacen a estas afecciones no varían significativamente entre los géneros. Por lo tanto, los biomarcadores como la Lipoproteína (a) y la Proteína C Reactiva, que han demostrado ser predictores clave en mujeres, podrían desempeñar un papel igualmente crucial en la evaluación del riesgo cardiovascular en los hombres.

Además, la investigación abre la puerta a la posibilidad de implementar estrategias de prevención más eficaces y personalizadas para los hombres, quienes, al igual que las mujeres, pueden tener un alto riesgo de enfermedades cardíacas sin presentar los factores de riesgo tradicionales. Incorporar la medición de la Lp(a) y la PCR en las evaluaciones rutinarias podría permitir a los médicos identificar y tratar a hombres que, de otra manera, no serían detectados a través de métodos convencionales, mejorando así la prevención y el tratamiento de enfermedades cardiovasculares en ambos géneros.

Así, si bien el enfoque en las mujeres fue intencional, ya que históricamente han sido menos diagnosticadas y tratadas en relación con las enfermedades cardíacas, según los investigadores, este desequilibrio subraya la importancia de investigaciones como esta, que buscan mejorar la prevención y el tratamiento para todos los pacientes, independientemente de su género.

En conclusión, la incorporación de nuevos biomarcadores en la evaluación del riesgo cardíaco tiene el potencial de transformar la prevención y el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares. Como lo expresó Ridker, “no se puede tratar lo que no se mide”, y estos nuevos indicadores ofrecen una oportunidad para intervenir de manera más efectiva y temprana, salvando vidas y mejorando la salud a largo plazo.

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